Jorge Ponce irrumpe sorpresivamente en ‘Ni que fuéramos (Sálvame)’, añadiendo un toque humorístico al programa

En el panorama televisivo español, la competencia entre programas no es algo nuevo, pero cuando se trata de «La revuelta», el late night de David Broncano en Televisión Española, parece que las fronteras del entretenimiento se diluyen con guiños constantes y roces humorísticos. Una de las fuentes recurrentes de sus bromas ha sido Kiko Matamoros, colaborador del programa «Ni que fuéramos (Sálvame)», quien recientemente ha intensificado su ya conocida rivalidad con el espacio de Broncano a causa de diversas menciones irónicas que no han pasado desapercibidas para el mediático polemista.

Matamoros, quien nunca ha sido ajeno a la polémica, ha respondido con vehemencia a estas bromas, amenazando incluso con llevar sus quejas hasta los tribunales. «Con ‘La revuelta’ tengo un problema serio, que voy a acabar en los tribunales», afirmó el colaborador tras ser objeto de una particular mofa por parte del equipo de Broncano que incluyó una fotografía de él y su hermano, acción que según Matamoros, le «produce urticaria».

En un giro inesperado, Jorge Ponce, pieza clave de «La revuelta», hizo una aparición estelar en «Ni que fuéramos» el pasado viernes, 8 de noviembre, para promocionar su documental «Medina: el estafador de famosos» disponible en Prime Video. Este encuentro, más allá de representar un simple cruce de caminos entre programas, estuvo marcado por el juego de réplicas y contrarréplicas entre Ponce y Matamoros. Este último recibió al cómico con un ultimátum humorístico: enfrentar una demanda o pagar 1.650 euros por 11 menciones a su persona, calculadas a 150 euros cada una.

La visita de Ponce se convirtió en una valiosa oportunidad para ver cómo ambos mundos, opuestos en tratamiento pero similares en su esencia desenfadada y gamberro, se encontraban. La conversación tomó giros inesperados cuando Matamoros confesó haber sido víctima del estafador retratado en el documental de Ponce, lo que añadió un matiz personal y emocional al intercambio.

Sin embargo, tras las cámaras, el tono se suavizó, y lo que en principio podría haberse interpretado como un desencuentro más entre Matamoros y «La revuelta» terminó revelándose como una intrincada danza entre el enojo fingido y el entendimiento tácito de que todo formaba parte del espectáculo. Matamoros aprovechó para lanzar un «aviso» a Broncano desde el set de «Ni que fuéramos», aunque todo indica que, lejos de ser una amenaza seria, forma parte de esta dinámica encantadoramente conflictiva que ambos programas parecen disfrutar manteniendo.

Este intercambio entre «La revuelta» y «Ni que fuéramos» deja en claro que, en la televisión actual, la línea entre competidores y colaboradores es más borrosa de lo que parece, ofreciendo al público un espectáculo que va más allá de la pantalla, donde la realidad supera a la ficción y donde los supuestos conflictos se convierten en parte del entretenimiento.

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