Durante el último año, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, ha estado muy presente en Israel, realizando un total de 11 viajes con el objetivo de influir en las políticas militares y diplomáticas israelíes. Sus esfuerzos se han centrado en persuadir al gobierno de Israel para que tome una serie de acciones: reanudar las conversaciones sobre un alto al fuego, reducir la intensidad de su ofensiva militar en Gaza, permitir la entrada de ayuda humanitaria en la franja, limitar sus acciones en el sur del Líbano y abstenerse de atacar las centrales nucleares iraníes, todo ello con el fin último de poner fin a la guerra y comenzar el proceso de recuperación en Gaza y para su gente.
Esta relación entre Estados Unidos e Israel es compleja. A pesar de que Israel depende en gran medida del apoyo político y militar de los Estados Unidos, su historial muestra una tendencia a actuar de manera autónoma, a veces contraviniendo los deseos de su aliado estadounidense. La posibilidad de que las defensas aéreas israelíes quedaran sin interceptores y que Estados Unidos no proporcionara más ha sido una preocupación tangible para ambos, los sectores militaristas y pacifistas israelíes.
En la arena política de Estados Unidos, tanto el presidente republicano Donald Trump como la demócrata Kamala Harris han expresado su deseo de ver un fin a la guerra, aunque con motivaciones y enfoques distintos, reflejando la complejidad de la política interior estadounidense frente a la situación en Medio Oriente. Netanyahu, sin embargo, parece tener una clara preferencia por Trump, dada su historia de interacciones bilaterales más amistosas y acciones como el reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel.
Por otro lado, la candidata a la presidencia Kamala Harris representa un desafío para Netanyahu, quien está preocupado por su falta de inclinación abiertamente sionista en comparación con su predecesor. La situación se complica aún más cuando se considera la escasez de mujeres en roles de liderazgo en la región, planteando interrogantes sobre cómo se percibiría y recibiría a Harris en un contexto dominado históricamente por hombres.
Los esfuerzos de Blinken para moderar las acciones de Israel y avanzar hacia la paz se encuentran en medio de una telaraña de intereses políticos tanto en Estados Unidos como en Israel, con figuras como Elon Musk entrando inesperadamente en el juego político, reflejando la intersección de política, tecnología y poder militar que caracteriza a este momento particular.
Ofreciendo una perspectiva más amplia, la lucha continua por la paz y la seguridad en Israel y Gaza se entrelaza intrincadamente con las dinámicas de poder y política dentro de los Estados Unidos, donde el futuro de figuras como Trump y Harris puede influir profundamente en el curso de los eventos. La persistente guerra, el papel de Israel en el escenario mundial y su relación con Estados Unidos constituyen un intrincado juego de estrategia, donde las decisiones de unas pocas personas pueden tener consecuencias significativas para millones.