El Ejército de Israel ha hecho público que, tras una investigación interna, se considera «altamente probable» que sus fuerzas hayan sido las responsables de la muerte de Aysenur Ezgi Eygi, activista turcoestadounidense, durante una manifestación cerca de Nablus, en la Cisjordania ocupada, el pasado 6. La declaración del Ejército sugiere que el deceso de la activista fue accidental, ocurriendo en el marco de un incidente que las fuerzas israelíes han descrito como un «disturbio».
Eygi, quien participaba en una marcha semanal contra la expansión de los asentamientos judíos, organizada por el Movimiento de Solidaridad Internacional (ISM, por sus siglas en inglés), habría sido víctima de un disparo no dirigido específicamente hacia ella, sino hacia un «presunto instigador» de la protesta. Este evento ha suscitado una oleada de críticas y rechazos por parte de activistas y sectores que defienden los derechos humanos, al considerar los hechos como otro ejemplo de la violencia ejercida en el conflicto israelí-palestino.
Ghassan Daghlas, gobernador de Nablus, afirmó que la autopsia realizada a Eygi confirmó que la causa de su muerte fue un disparo en la cabeza efectuado por un soldado israelí, alegación que ha llevado a las autoridades israelíes a solicitar una segunda autopsia.
De acuerdo con declaraciones de Jonathan Pollak, activista israelí que estuvo presente en la manifestación, los soldados se encontraban posicionados en una colina a una distancia considerable de los manifestantes, con visión directa y clara de a quién estaban disparando, lo que plantea dudas sobre el argumento del fuego «accidental».
La respuesta oficial de Israel ha sido de pesar por la muerte de la activista, aunque este tipo de incidentes continúa alimentando el debate sobre la conducta de las fuerzas israelíes en los territorios ocupados y el largo historial de violencia que marca el conflicto entre Israel y Palestina.
Por otro lado, la comunidad y los amigos de Eygi organizaron una emotiva marcha funeraria en Nablus, donde cientos de personas se congregaron para rendir homenaje a la activista. Su cuerpo fue llevado en una camilla, envuelta en una bandera palestina y con el rostro rodeado por una kufiya, símbolo de resistencia y solidaridad palestina, en un gesto que refleja la complejidad y las emociones entrelazadas en el conflicto.
Este trágico suceso ha vuelto a poner en relieve el alto costo humano del conflicto israelí-palestino, en el que las vidas de activistas, civiles y combatientes continúan siendo perdidas en medio de una disputa territorial y política sin fin a la vista. La esperanza de que incidentes como el de Aysenur Ezgi Eygi puedan alguna vez dejar de ocurrir parece lejana en el actual clima de tensión y violencia que aún domina la región.