En un movimiento sin precedentes, el gobierno de Israel ha declarado al secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, persona ‘non grata’, vedando su entrada al país. Esta decisión surge como respuesta a lo que Israel considera una falta de condena inequívoca por parte de Guterres al ataque con misiles perpetrado por Irán. Según declaraciones del ministro de Exteriores, Israel Katz, Guterres «no merece poner un pie en suelo israelí» debido a su supuesta parcialidad y falta de firmeza frente a actos de agresión contra Israel.
Katz ha sido particularmente crítico con Guterres, a quien ha calificado como «un secretario general antiisraelí que brinda apoyo a terroristas, violadores y asesinos», incluyendo en estas acusaciones a grupos y naciones como Hamás, Hezbolá, los hutíes yemeníes, e Irán, a quienes acusa de ser los responsables últimos del «terror global». La retórica empleada por Katz subraya la profunda decepción y descontento del gobierno israelí con la actitud del máximo representante de las Naciones Unidas, llegando a decir que «será recordado como una mancha en la historia de la ONU».
Este tenso enfrentamiento diplomático sigue a la publicación de una nota por parte de Guterres, tras el inicio de los ataques iraníes contra Israel, en la que el secretario general condenaba la expansión del conflicto en Oriente Próximo y lamentaba la escalada de violencia. Sin embargo, para Israel, el comunicado de Guterres resultó insuficiente, al no mencionar específicamente a Irán ni condenar de forma explícita su «grave agresión».
En un contexto marcado por recientes hostilidades, donde Irán ha respondido con el lanzamiento de 180 misiles contra Israel, la posición de Guterres de buscar un alto al fuego sin asignar culpas explícitas ha exacerbado las tensiones. Israel, que se ve a sí mismo en una lucha por su seguridad y dignidad nacional, ha advertido que continuará defendiendo a sus ciudadanos con o sin el apoyo de figuras internacionales como Guterres.
La decisión de Israel de declarar a Guterres persona ‘non grata’ marca un momento significativo en las relaciones entre el Estado israelí y las Naciones Unidas. Mientras la comunidad internacional observa, las repercusiones de este acto aún están por verse, tanto para el ya volátil panorama en Oriente Próximo como para la reputación y eficacia diplomática de la ONU.