En un reciente episodio de escalada de tensiones en la volátil región del Medio Oriente, los rebeldes hutíes del Yemen han acusado este sábado a Israel de perpetrar una «serie de bombardeos aéreos» contra la estratégica ciudad portuaria de Hodeida, situada en las costas del Mar Rojo. El puerto de Hodeida, considerado una arteria vital para las operaciones militares y logísticas de los insurgentes hutíes, ha sido identificado previamente como punto de lanzamiento de ataques contra objetivos israelíes y embarcaciones vinculadas a Israel.
Según reportes del canal televisivo Al Masira, vocero de los hutíes, los ataques aéreos tuvieron como blanco específico la ciudad de Hodeida, y resultaron impactadas varias instalaciones petroleras dentro del complejo portuario. Habitantes locales, que prefirieron mantenerse en el anonimato por miedo a represalias, confirmaron que los bombardeos alcanzaron infraestructura crítica para el manejo de combustible, evidenciado por el incendio y las densas columnas de humo que se extendían desde el puerto.
Una fuente autorizada hutí, mencionada por Al Masira, calificó los ataques como actos de agresión por parte del «enemigo israelí», enfatizando el daño infligido a los depósitos de petróleo del puerto. De parte israelí, las Fuerzas de Defensa de Israel no solo admitieron la responsabilidad sobre el ataque sino que también lo justificaron como represalia a «los cientos de ataques» dirigidos contra su nación en los últimos meses. Las imágenes de la destrucción ocasionada, difundidas por medios hutíes, han sentado un alarmante precedente sobre la gravedad y escalada del conflicto.
Este último ataque ocurre solo un día después de que un dron hutí atacara Tel Aviv, Israel, causando la muerte de una persona. Esta sucesión de violentos eventos refleja la intensificación del conflicto entre Israel y las fuerzas hutíes de Yemen, que poseen el respaldo de Irán y representan la rama chií del Islam.
Estados Unidos y el Reino Unido también han participado en operaciones aéreas contra los rebeldes hutíes desde febrero pasado, en respuesta a los continuos ataques con misiles y drones contra la navegación internacional en los mares Rojo y Arábigo, una táctica empleada frecuentemente por los insurgentes. Estos actos de violencia y represalias destacan la complejidad del panorama geopolítico en la región, donde alineaciones políticas y sectarias profundizan el conflicto.
Más allá de los inmediatos daños materiales y pérdidas humanas, estos conflictos escalan el riesgo de una crisis energética de magnitud internacional, dados los estratégicos recursos y rutas de transporte involucrados. La situación demanda atención urgente y esfuerzos diplomáticos internacionales para evitar una espiral de violencia que podría tener consecuencias catastróficas para la estabilidad regional y mundial.
