Benjamin Netanyahu subrayó recientemente la capacidad y la voluntad de Israel de alcanzar cualquier objetivo en Irán y en todo Oriente Próximo, una declaración que adquiere un nuevo significado tras la confirmación de la muerte del líder de Hezbolá, Hasan Nasrallah, y gran parte de la cúpula de la milicia libanesa por acciones israelíes. Este evento ha marcado el comienzo de una serie de ataques extendidos de Israel no solo en Líbano, sino también en Yemen, Siria e Irán, intensificando significativamente las tensiones en la región.

El gobierno de Tel Aviv ha emprendido una operación a gran escala en Yemen, bombardeando puntos estratégicos hutíes a más de 1.800 kilómetros de Israel, destacando así su capacidad para golpear objetivos a gran distancia con precisión. Esta serie de acciones se suma a otros esfuerzos militares, incluido un ataque no confirmado en Siria dirigido contra el domicilio de Maher al-Assad, hermano del presidente sirio, y presuntas operaciones en Irán.

Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han comenzado también a realizar incursiones terrestres «limitadas, localizadas y dirigidas» contra Hezbolá en el sur del Líbano, lo que parece ser el preludio de una invasión más amplia, dirigida principalmente contra infraestructuras y posiciones de la milicia libanesa.

La reacción internacional se mantiene en vilo, mientras Irán condena los actos pero aún no ha respondido de forma concreta. Esto parece indicar una posible pérdida de capacidad de disuasión de Irán y sus aliados ante Israel, según expertos. Benjamin Netanyahu, por su parte, disfruta de un momento de euforia política interna, aparentemente no disuadido por la posibilidad de represalias iraníes o internacionales.

Entre tanto, varias fuentes y analistas indican que los recientes éxitos militares de Israel podrían estar redibujando el equilibrio de poder en Oriente Próximo, apuntando a un debilitamiento significativo del «eje de la resistencia» respaldado por Irán. El asesinato de Nasrallah en particular podría tener un impacto profundo en la moral y capacidad de respuesta de las milicias aliadas con Irán.

Israel, consciente de la potencial amenaza que Hezbolá y otros grupos representan, parece decidido a continuar sus operaciones, enfocándose en la desmilitarización de la frontera y la eliminación de amenazas cercanas a su territorio. Mientras tanto, la comunidad internacional observa de cerca, consciente de que cualquier movimiento de Teherán en respuesta podría escalar rápidamente el conflicto.

El primer ministro Netanyahu también ha propuesto un futuro de paz y cooperación entre Israel e Irán, una visión ambiciosa en el actual clima de hostilidades. Sin embargo, la posibilidad de un cambio de régimen en Irán, sugerido por Netanyahu, plantea preguntas sobre el futuro político de la región y la realidad de tal transformación.

En resumen, la situación en Oriente Próximo se encuentra en un punto crítico, con Israel mostrando una postura militar agresiva no vista en años, y sus adversarios, principalmente Irán y sus milicias aliadas, en una posición cada vez más precaria. Los próximos pasos de las partes involucradas podrían tener implicaciones de largo alcance para la estabilidad regional y la seguridad internacional.

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