En un evento televisivo que rápidamente capturó la atención de la audiencia, Aída Nízar asumió el miércoles 11 de septiembre un desafiante cometido como reportera del programa «Ni que fuéramos Shhh», un novedoso formato que sigue la estela de «Sálvame» y se transmite a través del canal Ten. La tarea asignada por la dirección consistía en desplazarse hasta Sanlúcar de Barrameda para indagar sobre una controversia de okupación denunciada por el artista Manu Tenorio en uno de sus inmuebles.
La jornada para Nízar comenzó enfrentando resistencia por parte de algunos habitantes de la zona, quienes le reprochaban por filmar en lo que alegaban era un área privada. La intensidad de la situación escaló cuando la ex participante de «GH» fue recibida con hostilidad, intentos de expulsión mediante el uso de agua, lejía y hasta agresiones físicas. A pesar de los contratiempos, Nízar persistió en su labor periodística.
La tensión alcanzaba su apogeo durante una conexión en directo en la cual una mujer empujaba a Nízar dentro de un establecimiento. Ante la creciente tensión y el descontrol de la situación, María Patiño, desde el plató, optaba por cortar la emisión como medida precautoria tanto para la reportera en campo como para la imagen del programa. Sin embargo, este gesto no fue bien recibido por Nízar quien, luego de retomar la transmisión, cuestionaba enérgicamente el respaldo de su compañera y de la producción hacia su labor informativa.
Los esfuerzos de Nízar por mantener el profesionalismo y llevar a cabo su misión atrajeron el interés no solo de los espectadores sino también de las fuerzas de seguridad, que finalmente intervinieron obligando a poner fin a la transmisión en vivo. El desenlace de este episodio reflejó la frustración de la reportera, quien, afectada emocionalmente, optaba por alejarse del foco mediático.
Este incidente marca un momento significativo en la carrera de Aída Nízar, demostrando su compromiso y perseverancia en el ejercicio del periodismo televisivo, aún en medio de circunstancias desafiantes. La situación evidenció además los desafíos que conlleva el reportaje en vivo y su potencial para generar debates críticos sobre temas de interés público, así como sobre los límites y responsabilidades del periodismo en contextos de conflicto y tensión social.