La posibilidad de conectar físicamente Europa y África por medio del Estrecho de Gibraltar es una idea que ha fascinado a ingenieros y políticos por igual durante casi cuatro décadas. Recientemente, el ministro Óscar Puente ha traído de nuevo a la mesa la conversación sobre esta ambiciosa idea, indicando que el proyecto de un enlace fijo entre España y Marruecos sigue siendo de interés estratégico para ambas naciones.
La conexión entre los dos continentes sigue siendo un proyecto en fase embrionaria, a pesar de llevar más de 37 años en discusión. Equipos de ambos países están actualmente enfrascados en estudios de viabilidad que buscan superar los enormes desafíos técnicos y económicos que implica.
Una de las razones por las que no se ha construido un puente en el Estrecho de Gibraltar es debido a las complicadas condiciones marinas que presenta. Con profundidades que alcanzan los 900 metros y fuertes corrientes, la construcción de cualquier estructura fija se convierte en una tarea descomunal. Como alternativa, se ha propuesto un audaz plan para la construcción de un túnel submarino que podría atravesar desde Tarifa, en España, hasta Tánger, en Marruecos, a lo largo de unos 42 kilómetros.
Este túnel, que seguiría lo que se conoce como la «opción B» o «Umbral de Camarinal», permitiría una profundidad y condiciones más manejables. El proyecto contempla tres túneles: dos destinados al transporte de pasajeros y mercancías en trenes de alta velocidad y un tercero para servicios de emergencia y mantenimiento.
El diseño prevé un recorrido total de 42 kilómetros, con 27,7 kilómetros bajo el mar y el resto en túneles subterráneos, alcanzando una profundidad máxima de 300 metros. La inclinación máxima no superaría el 3%, lo que facilitaría el tránsito de los vehículos autorizados, incluyendo turismos, caravanas, autocares, así como camiones y tráileres.
Los promotores del proyecto creen que, más allá de mejorar el flujo de mercancías entre los dos continentes, el túnel impulsaría la red ferroviaria, conectando directamente ciudades tan lejanas como París, Madrid, Rabat y Casablanca, y potencialmente transformando la dinámica económica y social entre Europa y África.
Aunque sigue siendo una visión de futuro, el interés renovado en este proyecto subraya la importancia de seguir explorando soluciones ingeniosas que puedan acercar más nuestros mundos, uniendo continentes de una manera que hasta hace poco parecía relegada a la esfera de la ciencia ficción.