En Alemania, el panorama político atraviesa una fase de incertidumbre y desencanto, a casi tres años de que Olaf Scholz y su coalición «semáforo», conformada por el SPD, los Verdes y el FDP, asumieran el gobierno con la promesa de «hacerse cargo del futuro de Alemania». Sin embargo, lo que en sus inicios parecía ser una alianza prometedora, hoy se ve como un «gobierno de transición» según palabras del exlíder de los Verdes, Omid Nouripour, reflejando una crisis de identidad y dirección dentro de la coalición.
El descontento social se hace sentir en la política alemana. Las diferencias ideológicas dentro de la coalición, lejos de fomentar un diálogo constructivo, han derivado en una falta de cohesión y liderazgo que se evidencia tanto en el desgobierno como en las medidas impopulares tomadas, siendo la Ley de Calefacción un claro ejemplo de la disconformidad de la sociedad.
Internamente, este clima se refleja en la caída histórica de la popularidad del gobierno, con solo el 16% de aprobación, sumado a la inflación que golpea el poder adquisitivo de los alemanes, agudizada por la crisis energética producto de la invasión rusa a Ucrania.
El canciller Olaf Scholz enfrenta un duro escenario, con su liderazgo cuestionado no solo por la población sino por su propio partido, en un contexto donde incluso se busca una alternativa a su figura para las próximas elecciones federales.
Por otro lado, el FDP sufre las consecuencias de haberse desviado de sus promesas de campaña hacia una política más conservadora, lo cual ha generado un descontento masivo entre sus votantes, especialmente los más jóvenes, comprometiendo seriamente su futuro político.
La situación de los Verdes es igualmente compleja. Tras la renuncia de sus líderes, el partido afronta el desafío de reconstruir su imagen y confianza, crucial para enfrentar el próximo ciclo electoral sin una figura de liderazgo clara que lo represente.
Alemania se encuentra en una encrucijada política en la que su futuro es incierto. La coalición «semáforo», heraldada como una nueva era de progreso, se tambalea ante desafíos internos y la presión de un cambiante escenario político en el que la ultraderecha gana terreno. Con menos de un año para las siguientes elecciones, la capacidad de estos partidos para reagruparse y presentar un proyecto político convincente marcará decisivamente el rumbo del país. Sin embargo, el reloj avanza rápidamente y el margen de maniobra se reduce, en un contexto donde la estabilidad política alemana pende de un hilo.