Los incendios forestales en Canadá, que hasta el momento han presentado una temporada más moderada que la del año pasado, están teniendo repercusiones muy lejos de sus fronteras. Copernicus, el observatorio europeo para el Clima con sede en Bonn, Alemania, ha alertado sobre el impacto significativo que estos incendios están teniendo en la calidad del aire en Europa. Con hasta 900 incendios forestales registrados simultáneamente en Canadá este agosto, la situación ha cruzado el Atlántico Norte afectando particularmente a Irlanda, el Reino Unido, y progresivamente extendiéndose desde Francia hasta Escandinavia.
El 17 de agosto marcó el inicio de una preocupante realidad para los países europeos al confirmarse que el humo de los incendios en Canadá había alcanzado Europa occidental. Este fenómeno ha causado que los cielos se tiñan de un color blanquecino peculiar, no atribuible a nubes altas ni a polvo sahariano en suspensión, sino a las altas concentraciones de partículas de humo procedente de los incendios canadienses.
En España, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha sido una de las primeras en reportar estos niveles incrementados de partículas en el aire. A través de su cuenta en la red social X, Aemet ha informado que el humo que cruza el Atlántico Norte es responsable de la degradación de la calidad del aire, un fenómeno que incluso ha modificado la apariencia del cielo sobre las islas Baleares, confirmando que el causante es el humo de los incendios en Canadá.
El esfuerzo internacional para combatir estos incendios ha sido notable, con bomberos y personal especializado de países como Estados Unidos, México, Costa Rica, Australia y Nueva Zelanda desplazándose a Canadá para ofrecer su apoyo en la lucha contra las llamas. A pesar de que la temporada de incendios de este año fue reportada como menos severa que la del año pasado, que quemó un récord de 17 millones de hectáreas, la escala de los incendios ha sido suficiente para afectar no solo la calidad del aire en América del Norte, sino también a miles de kilómetros de distancia, en Europa.
Esta situación ha puesto de relieve una vez más la interconexión global en cuanto a problemas medioambientales, demostrando que los efectos del cambio climático y los desastres naturales no conocen de fronteras. La comunidad internacional continúa vigilante, colaborando en la medida de lo posible para mitigar los efectos de esta catástrofe y explorar soluciones a largo plazo para la creciente problemática de los incendios forestales.