En un movimiento significativo para revitalizar la industria automotriz estadounidense y asegurar la producción nacional, el presidente Donald J. Trump ha promulgado un decreto que busca reducir la dependencia de los automóviles y partes importadas. La medida tiene como objetivo principal fortalecer la seguridad nacional mediante el incentivo a la producción de automóviles en suelo estadounidense.
El decreto modifica las acciones arancelarias sobre automóviles y piezas, incentivando a los fabricantes a ensamblar sus vehículos en Estados Unidos. Esta estrategia se traduce en un alivio parcial de los aranceles para las piezas utilizadas en automóviles ensamblados en el país, que se aplicará en dos fases. Durante el primer año, los fabricantes recibirán una compensación equivalente al 3.75% del precio de venta sugerido por el fabricante (MSRP) por su producción en Estados Unidos. Para el segundo año, esta cifra se reducirá al 2.5%. Este ajuste busca disminuir el impacto de un arancel del 25% aplicado a un porcentaje específico del valor de los vehículos ensamblados en el país.
Las nuevas medidas no solo benefician a los fabricantes que utilizan un alto contenido estadounidense, sino que también imponen penalizaciones rigurosas a los importadores que intenten reclamar reducciones arancelarias más allá de lo permitido. Esto se presenta como un paso crucial para abordar las preocupaciones relacionadas con la seguridad nacional, al fortalecer las operaciones de ensamblaje automotriz en el país, estimular la investigación y el desarrollo, y, por ende, crear empleo para estadounidenses.
La pandemia de COVID-19 ha revelado vulnerabilidades críticas en las cadenas de suministro globales, poniendo de manifiesto la necesidad urgente de construir una base industrial doméstica más resiliente. A pesar de los tratados comerciales existentes, como el USMCA, y de las negociaciones recientes, los desafíos que plantea la competencia desleal de las industrias automotrices extranjeras han llevado a un estancamiento en la producción nacional.
Datos históricos reflejan un cambio drástico: en 1985, las instalaciones de propiedad estadounidense fabricaban 11 millones de automóviles, representando el 97% de la producción total. Sin embargo, en 2024, de los 16 millones de vehículos adquiridos, aproximadamente el 50% fueron importados. De los vehículos ensamblados en el país, el contenido nacional se estima conservadoramente en apenas un 50%, lo que indica un marcado descenso en la autosuficiencia industrial de Estados Unidos.
El déficit comercial de las piezas automotrices alcanzó los 93.5 mil millones de dólares en 2024, evidenciando una dependencia alarmante de las importaciones. Actualmente, la industria automotriz emplea alrededor de un millón de trabajadores, pero el empleo en la fabricación de piezas ha disminuido un 34% desde el año 2000. Además, la inversión en investigación y desarrollo por parte de los fabricantes estadounidenses se ha visto superada significativamente por la de sus contrapartes en la Unión Europea.
A través de esta iniciativa, el gobierno de Trump busca no solo incentivar la producción local, sino también reafirmar la posición estratégica de Estados Unidos en la industria automotriz global, al tiempo que se protege a los trabajadores y se fortalece la economía nacional.
Fuente: WhiteHouse.gov