La Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Ciudad Real continuará con el programa “Échame una pata”, de seguridad y atención a las víctimas de violencia de género a través de perros de protección, manteniendo a las participantes del proyecto piloto, y ampliándolo a más mujeres de Ciudad Real.
La Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Ciudad Real continuará con el programa “Échame una pata”, de seguridad y atención a las víctimas de violencia de género a través de perros de protección, manteniendo a las participantes del proyecto piloto, y ampliándolo a más mujeres de Ciudad Real.
Con este proyecto en colaboración con la empresa “Psicoanimal”, la Concejalía de Igualdad, el Centro Local de la Mujer y el Ayuntamiento de Ciudad Real se busca un doble objetivo: la protección a las mujeres víctimas de violencia, y la protección a los animales abandonados acogidos en protectoras, mediante la adopción y búsqueda de un hogar idóneo para ellos.
La concejala de Igualdad, Ana Belén Chacón, resaltaba el interés que a nivel nacional ha despertado esta iniciativa, con llamadas de varios ayuntamientos del país para conocer el funcionamiento. “El programa se ha desarrollado durante seis meses con un grupo de cinco mujeres, y una vez terminado vamos a darle continuidad a esta intervención, con el objetivo de mantener los múltiples beneficios conseguidos, tal y como aconsejan los profesionales del Centro Local de la Mujer y a petición de las usuarias que lo han llevado a cabo, por lo que este grupo va a continuar con nuevas sesiones grupales de manera quincenal”.
El año pasado se destinó para esta primera fase 10.000 euros, y este año se aumentará a 30.000 euros para incrementar el número de beneficiarias “entendemos que es esencial el apoyo desde todos los frentes, psicológico, social, familiar, judicial… y trabajar en terapia asistida con animales nos enseña otra de las caras que la ayuda puede llegar a tener”.
Chacón reconocía que “el éxito de este programa ha sido la intervención bidireccional, la introducción del perro de acompañamiento emocional, donde las mujeres que han participado se han sentido seguras a raíz del trabajo del propio autoconocimiento, y del trabajo tanto con el perro de intervención como con los perros de la protectora y el vínculo que se genera con los perros y con las compañeras del grupo al sentirse parte fundamental del funcionamiento del mismo”.
Javier Flores, psicólogo, interventor y guía, explicaba el proceso de intervención grupal en la que las mujeres compartían sus experiencias. “Al principio o era más reticentes, y durante la primera fase se enfocaban las actividades en el perro, sus necesidades, su inteligencia emocional y poco a poco pudimos extrapolarlo y empezar este proceso de empoderamiento por parte de las mujeres. “No nos ha interesado conocer su historia pasada, sino que todo ha estado enfocado al presente y al futuro. Y al final todas han acabado compartiendo sus vivencias, se ha logrado crear un grupo muy cohesionado a pesar de la diferencia de edad”.
Guadalupe Gallego, educadora social e interventora reconocía que dentro del programa se incluían varias vías, en función de si sus posibilidades les permitían contar o no con mascotas, y poder trabajar con perros de protectoras que estaban buscando una nueva oportunidad. “En esta primera parte hemos ayudado a salir a 5 perros, en cuya selección han participado estas mujeres que han sido sus madrinas, y hemos hecho la educación de estos perros”.
Las participantes han apoyado la adopción de estos animales, y en diciembre de 2020 todos los perritos que habían participado en el programa han encontrado una nueva familia gracias a ellas. “Hemos comprobado cómo también es terapéutico ayudar a un animal a recuperarse”.