El Hospital General Universitario de Ciudad Real dispone desde hace unas semanas de un neuronavegador de última generación que facilita la realización de las intervenciones quirúrgicas craneales y de columna y que sustituye al que instaló el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha cuando se inauguró el hospital a finales de 2005.
El neuronavegador está compuesto por un potente ordenador y una cámara de infrarrojos que detecta el instrumental quirúrgico y es capaz de hacer el seguimiento de una cirugía de cráneo y columna sobre las imágenes que se disponen del paciente previamente almacenadas en el sistema y, según ha explicado el jefe del servicio de Neurocirugía del HGUCR, José María Borrás, de una forma “muy parecida a un GPS”, el sistema que nos geolocaliza desde un satélite y nos orienta sobre la cartografía preinstalada que visualizamos en una pantalla.
En el caso del neuronavegador “los mapas, la cartografía, son las pruebas diagnósticas realizadas al paciente con antelación, un TAC o una resonancia o la combinación de ambas”, posibilidad que permite recrear en dos y tres dimensiones la lesión o zona a intervenir.
En el quirófano, estas imágenes almacenadas en el ordenador se proyectan en una gran pantalla y se fusionan con la que crea la señal que emite el instrumental que emplea el neurocirujano: “mientras te mueves por el campo quirúrgico el sensor de infrarrojos te sitúa dónde estás, en qué vértebra o zona del cerebro”, ha aclarado Borrás.
Los primeros neuronavegadores se empleaban sólo para cirugía craneal. Los más modernos, como el incorporado por el hospital de Ciudad Real, se pueden utilizar también para intervenciones de columna, como las de fijación de fracturas de cualquier vértebra con tornillos.
El nuevo equipo es “mucho más rápido y específico al cargar las imágenes y hay una diferencia muy llamativa en su resolución y capacidad para fusionar imágenes de estudios diferentes del mismo paciente y en crear modelos tridimensionales de determinadas estructuras del cerebro o de la columna”. Estas ventajas se traducen en que el neurocirujano puede practicar incisiones lineales de pequeño tamaño y localizar lesiones de dimensiones milimétricas con menos riesgo para las zonas aledañas.
Todo esto se traduce en beneficios para el paciente, ya que acorta la duración de las cirugías, disminuye el tamaño de las heridas, y en concreto, en cirugía de columna, ahorra en dosis de radiación, una de las mayores preocupaciones hoy en día en el entorno hospitalario para evitar riesgos de lesiones desencadenadas por la radiación, tanto en los pacientes como en el personal de quirófano.