Hay personas que nacen con la extraña habilidad de saber crear buenas metáforas. Thomas Friedman es una de ellas. Convertido en el periodista vivo con mayor número de premios Pulitzer, está convencido de que la clave de su éxito es saber escuchar con respeto a la gente. Sin embargo, resulta evidente que también domina el arte de convertir en una imagen atractiva hasta la teoría académica más tediosa.

Así fue como creó la llamada «teoría de los arcos dorados». Según este escritor estadounidense, los países que tienen en su territorio un restaurante McDonald’s no van a la guerra contra otro «país McDonald’s». La idea surgió como una evolución del «índice Big Mac», una forma heterodoxa de comparar el poder adquisitivo de las diferentes divisas a través del precio de la hamburguesa más famosa de este restaurante.

En plena Guerra Fría, los funcionarios soviéticos destinados en Washington D.C. vigilaban de manera obsesiva el tráfico de los repartidores de pizza a domicilio como un sistema de alerta temprana. De forma similar, Frank Meeks, propietario de sesenta tiendas Domino’s Pizza en Washington, utilizó aumentos repentinos en pedidos de pizza para anticipar eventos importantes. Lo llamó «el medidor de pizza», anticipando eventos como la invasión estadounidense de Panamá y la guerra del Golfo.

Sin embargo, lo que proponía Friedman iba más allá de un mero indicador; su teoría sugería que la presencia de McDonald’s en un país podría anticipar donde tendrían lugar las guerras del futuro. La idea se fundamenta en que la interconexión económica entre países —evidenciada por la presencia de cadenas de comida rápida— disminuía la probabilidad de conflictos armados entre ellos.

Friedman respaldó su teoría a través de la «interdependencia compleja», concepto que describe cómo las naciones están conectadas en múltiples dimensiones, lo que fomenta la cooperación y disminuye la probabilidad de conflictos. Cuando dos países están económicamente entrelazados, es más probable que resuelvan sus disputas a través de la negociación y el diálogo.

La globalización económica y la homogeneización cultural, de la mano de empresas como McDonald’s, han llevado a una difusión de valores y estilos de vida asociados con la cultura estadounidense. La apertura del primer McDonald’s en Pekín en 1992, por ejemplo, fue vista como un indicio de estatus y una ventana al mundo occidental.

Sin embargo, la teoría de los arcos dorados ha enfrentado críticas y refutaciones. Conflictos como los de Yugoslavia, y más recientemente, las tensiones entre países con presencia de McDonald’s, como en el caso de Rusia y Georgia o Rusia y Ucrania, ponen en duda la validez absoluta de la teoría.

Las acciones de Rusia, especialmente con la anexión de Crimea y el conflicto en Ucrania, demostraron limitaciones en la teoría. La eventual salida de McDonald’s de Rusia en 2022, marcó simbólicamente un giro en la relación de Rusia con el mundo occidental, redefiniendo «simplemente hamburguesas» como símbolos de un orden mundial en constante evolución.

A pesar de sus limitaciones, la teoría de los arcos dorados de Friedman ofrece una perspectiva única sobre la globalización y su impacto en las relaciones internacionales, destacando cómo la economía y la cultura pueden influir en la paz y los conflictos globales.

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