Halla Tómasdóttir se erige como la nueva presidenta de Islandia tras lograr una victoria aplastante en las urnas

En una sorprendente vuelta de acontecimientos en el panorama político de Islandia, la empresaria Halla Tómasdóttir se impuso en las elecciones presidenciales celebradas este sábado, al lograr un 34,3 % de los votos, aventajando por casi cinco puntos a la ex primera ministra Katrín Jakobsdóttir, quien, según las encuestas previas, partía como favorita. Jakobsdóttir obtuvo el 25,2 % de los sufragios en una contienda que contó con una participación que superó el 75%, una cifra significativa entre los aproximadamente 267.000 votantes habilitados en un país de 380.000 habitantes.

La victoria de Tómasdóttir, quien ya había competido por la presidencia en 2016 quedando en segundo lugar, marca una etapa importante para Islandia, ya que se convierte en la segunda mujer en ocupar este cargo desde Vigdís Finnbogadóttir, quien presidió el país entre 1980 y 1996. Este triunfo refleja un cambio en la preferencia del electorado islandés, que ha optado por una candidata cuyo enfoque se centra en la sostenibilidad ecológica y la igualdad.

Tómasdóttir, de 56 años, es la directora ejecutiva de The B Team, una organización que promueve el liderazgo corporativo responsable y tiene como objetivo mejorar las prácticas empresariales para favorecer el desarrollo de una sociedad más justa y sostenible. Durante su campaña, manifestó la intención de hacer de Islandia un «modelo de soluciones sostenibles y ecológicas», enfatizando la igualdad para todos y la importancia de un contrato social fundamentado en la justicia, la paz y la inclusión.

A pesar de que el papel del presidente en Islandia es mayormente simbólico, con potestad limitada para vetar leyes y convocar referéndums, la elección de Tómasdóttir envía una señal clara sobre las prioridades de los islandeses. Tras los resultados, Jakobsdóttir concedió su derrota y deseó suerte a Tómasdóttir, en un gesto que muestra la madurez democrática del país.

Entre los 12 candidatos que aspiraban a la presidencia se encontraban figuras como Halla Hrund Logadóttir, presidenta de la Agencia Nacional de Energía; el cómico y exalcalde de Reikiavik, Jón Gnarr; y el politólogo Baldur Thorhallsson, lo que demuestra la diversidad de candidaturas y la riqueza política de Islandia.

La elección de Tómasdóttir no solo representa un hito en la historia política islandesa por ser la segunda mujer en ocupar la presidencia, sino que también refleja el deseo de la población de avanzar hacia modelos de desarrollo más sostenibles y equitativos, en consonancia con los desafíos globales del siglo XXI. La comunidad internacional estará atenta a cómo esta nueva dirección influirá en las políticas internas de Islandia y en su papel en el escenario global.

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