En un giro inesperado y contundente en la política de Rumanía, Calin Georgescu, el candidato ultranacionalista prorruso que emergió victorioso en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, vocalizó este domingo su enérgica denuncia de que «la democracia ha sido anulada» en el país. Esta acusación provino tras la suspensión del proceso electoral por el Tribunal Constitucional, hecho sin precedentes que ha sacudido el esquema político del país. De haberse llevado a cabo, hoy se hubiera celebrado la vuelta definitiva que podría haber consolidado a Georgescu en el sillón presidencial.
«Rumanía celebra hoy el día de la Constitución, pero no hay nada constitucional en lo que está ocurriendo aquí», declaró un audaz Georgescu desde Mogoșoaia, ubicado a 20 kilómetros al norte de Bucarest, sitio donde tenía previsto ejercer su derecho al voto. Rodeado de una notable presencia mediática y de un grupo de fervientes partidarios, el candidato no escatimó en críticas hacia la OTAN y la UE, al mismo tiempo que expresaba abierta admiración por el presidente ruso Vladímir Putin. La anulación de las elecciones, según Georgescu, simboliza más que un ataque a la democracia, asegurando que «se ha cancelado la democracia, pero no la libertad».
Con un acto que describió como simbólico frente al colegio electoral, Georgescu negó haber incitado a sus seguidores a acudir a las urnas de forma irregular, contradiciendo su activismo previo en redes sociales. La decisión del Tribunal Constitucional de anular las elecciones el viernes, con la intención de «garantizar la imparcialidad y legalidad del proceso electoral», ha sumergido a la nación en una crisis política y judicial de ambigua salida.
A pesar de ser un candidato casi desconocido y cuyas encuestas le auguraban apenas el 6% de los votos, Georgescu logró sobresalir en la primera vuelta presidencial con un 23% de apoyo. Este triunfo inesperado se atribuye principalmente a una campaña centrada fuertemente en las redes sociales, específicamente en TikTok, donde sus videos alcanzaron una viralidad explosiva sin precedentes, revolucionando la forma tradicional de hacer campaña en Rumanía. Investigaciones periodísticas y acusaciones por parte del gobierno de Estados Unidos insinúan una posible injerencia rusa en su campaña, lo que ha intensificado el escrutinio sobre sus actividades y financiación.
La situación política en Rumanía se complica aún más con investigaciones en curso sobre la posible financiación ilegal de la campaña de Georgescu, incluyendo registros en propiedades de Bogdan Peschir, un empresario acusado de contribuir significativamente al esfuerzo de campaña.
En este contexto complejo y tenso, el líder ultranacionalista continúa defendiendo su posición y la de sus seguidores, proclamando la necesidad de «recuperar nuestra democracia» frente a acusaciones y hostilidades. Mientras tanto, el país se encuentra en una espera incierta respecto a la realización de nuevas elecciones presidenciales, potencialmente programadas para la primavera, en un ambiente marcado por una división ideológica profunda y una creciente preocupación por la estabilidad democrática de Rumanía.