En un reciente episodio transmitido en «Espejo Público» el ávido debate sobre la crónica social tomó un giro inesperado cuando Gema López confrontó a Pilar Vidal por su cobertura de la última controversia involucrando a Alejandra Rubio. Durante la emisión del viernes, 11 de octubre, López no dudó en cuestionar la actitud de Rubio en un reciente evento, provocando un tenso intercambio con Vidal quien intentó defender a la hija de su amiga con fervor.
La disputa se encendió luego de que López hiciera una crítica a Rubio por su reticencia a responder preguntas sobre su vida personal, a pesar de su presencia en un photocall ante los medios. Según López, la actitud de Rubio resultaba contradictoria al participar en un evento público y cobrar por ello, pero negarse a interactuar con la prensa sobre temas de interés público, particularmente su embarazo y relación con Mar Flores. Las réplicas cortantes de Rubio en el evento se convirtieron en el centro de la polémica, con la copresentadora argumentando que la actitud de Rubio no se justificaba bajo ninguna circunstancia.
Vidal, por su parte, saltó en defensa de Rubio, argumentando que su comportamiento no era exclusivo y que en ocasiones las celebridades prefieren no responder a ciertas preguntas, poniendo en tela de juicio la forma en la que se realizan estas. Este intercambio evidenció una clara división entre las posturas de ambas periodistas, con López acusando a su compañera de tener un sesgo por su relación con Rubio, lo que Vidal trató de matizar enfatizando la importancia de las habilidades para preguntar en un photocall.
A medida que la discusión avanzaba, López mantenía su postura crítica hacia Rubio, señalando que su elección de participar en la crónica social como figura pública le imponía ciertas responsabilidades frente a la prensa, en contraposición a lo que ella consideraba «dar lecciones» sin la formación adecuada.
El incidente ha desencadenado un debate más amplio sobre la relación entre celebridades y medios de comunicación, especialmente en contextos donde las personalidades públicas optan por llevar ciertos aspectos de su vida privada al ojo público. Asimismo, plantea preguntas sobre la ética periodística y la manera adecuada de abordar la cobertura de eventos sociales, especialmente cuando involucran a figuras conocidas por su herencia mediática en vez de por su trabajo periodístico o contribuciones al medio.
Esta confrontación deja entrever las complejidades inherentes al trabajo en la crónica social y cómo el equilibrio entre el respeto a la privacidad individual y la demanda pública por información sobre figuras conocidas sigue siendo un terreno disputado tanto para periodistas como para las propias celebridades.