En una reciente serie de acontecimientos que han puesto de relieve la crisis humanitaria en la Franja de Gaza, el Ejército de Israel confirmó la recuperación de los cuerpos de dos rehenes desde el pasado 7 de octubre. Paralelamente, se ha informado sobre una medida impuesta por Estados Unidos que veta una resolución destinada a facilitar la ayuda humanitaria en el área, exacerbando las tensiones y las dificultades para los habitantes de Gaza.
La situación en Gaza ha sido descrita como «algo peor que el infierno en la Tierra» por Mirjana Spoljaric, la presidenta del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Las declaraciones, que reflejan un escenario de hambre, caos y desesperación, se han hecho eco a través de medios internacionales, resaltando el colapso humanitario que enfrenta la región.
Desde finales de mayo, la entrada de ayuda humanitaria a Gaza se ha visto canalizada exclusivamente a través de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), dependiente de contratistas estadounidenses y con el aval de Israel. Este cambio ha marginado a agencias tradicionales como las Naciones Unidas, creando un sistema desigual que ha sido testigo de tiroteos frecuentes en puntos de reparto de alimentos, y donde testimonios afirman que los palestinos son recibidos a tiros al intentar recoger comida.
Fotografías y reportes desde Rafah muestran a palestinos reunidos en torno a puntos de distribución gestionados por la GHF, en escenas que evidencian el desespero por obtener algún tipo de ayuda. Sin embargo, los esfuerzos parecen ser insuficientes frente a la magnitud de la crisis. «Nuestros niños mueren todos los días. Somos como esqueletos caminando por la tierra», son algunas de las desgarradoras declaraciones de los residentes de Gaza, ilustrativas del sombrío panorama que afrontan.
La presidenta del CICR denuncia que los palestinos han sido despojados de su dignidad humana, situación corroborada por las escenas de violencia y muerte en los intentos por acceder a la ayuda. Solo en el hospital quirúrgico de Rafah, operado por el CICR, se atendieron a 184 personas en un día, con 27 fallecimientos relacionados con las condiciones cerca de los centros de distribución.
La crisis se agrava con la escasez de agua potable, el cierre de desalinizadoras por falta de combustible y un aparato de seguridad destrozado. Asaltos a camiones de alimentos y civiles arriesgando sus vidas por un poco de harina son imágenes cotidianas en Gaza, mientras que UNICEF critica el actual esquema de reparto como un simulacro que no atiende las necesidades reales de la población.
Testimonios recogidos por la BBC muestran la desesperación de quienes, tras horas de espera, se marchan con las manos vacías. «¿Cómo puedo volver con mis hijos sin comida ni agua?», se pregunta un padre de familia, reflejando el sentimiento de miles que se ven excluidos de la ayuda que desesperadamente necesitan.
Este panorama dibuja un cuadro de una crisis humanitaria que, lejos de encontrar resolución, parece agravarse día con día, dejando a su paso un camino de sufrimiento y desesperanza.