Garitano coloca en el once a los dos fichajes que más ilusionan al Nuevo Mirandilla

Tabatadze y Aghama brillan en sus primeros partidos con el Cádiz CF y podrían ser titulares ante la SD Eibar. Sus actuaciones han generado gran ilusión en el Nuevo Mirandilla

El fútbol, como la vida, se alimenta de sorpresas. Y en el Cádiz CF, esas sorpresas tienen nombres y apellidos, Iuri Tabatadze y Efe Aghama. Dos recién llegados que, en apenas un puñado de minutos, han conseguido lo que muchos tardan meses en alcanzar: encender la llama de la ilusión en una afición acostumbrada a sufrir primero y celebrar después.

El empate a tres contra la Real Sociedad B no fue un partido brillante, pero sí un laboratorio de certezas nuevas. Allí, entre la incertidumbre defensiva y las dudas tácticas, brillaron dos destellos amarillos que cambiaron el tono de la conversación. Garitano, pragmático hasta la médula, ha tomado nota; cuando el futuro toca la puerta con botas recién estrenadas, conviene abrirla de par en par.

Juventud en el once: riesgo o esperanza

El próximo duelo frente a la SD Eibar en el Nuevo Mirandilla tiene ya un aire de bautizo. Tabatadze y Aghama apuntan a la titularidad, acompañados de un Suso Fernández que ejercerá de arquitecto por detrás de García Pascual. No es poca cosa colocar tanto peso en jóvenes fichajes; es una apuesta que mezcla audacia con necesidad, un equilibrio que en el Cádiz se convierte en rutina.

¿Es arriesgado? Por supuesto. Pero también lo es conducir mirando solo por el retrovisor. Garitano parece haber entendido que, para recuperar la pegada perdida, hay que confiar en el hambre de quienes aún no han aprendido a temer la presión. El Nuevo Mirandilla, siempre exigente, parece dispuesto a aplaudir el atrevimiento.

Tabatadze y Aghama: dos maneras de irrumpir

El caso de Tabatadze es casi literario: debutar y marcar el gol de la victoria en el descuento frente al Albacete suena a cuento de hadas con camiseta amarilla. Pero el georgiano no se quedó en anécdota; sus tres tantos en apenas cuatro encuentros han dibujado el perfil de un delantero que no necesita presentaciones. Su adaptación ha sido tan veloz que parece más hijo adoptivo de Cádiz que recién llegado del Cáucaso.

Aghama, en cambio, ha elegido la vía del vértigo. Velocidad, descaro y regate son cualidades que el Cádiz echaba de menos como un náufrago anhela agua dulce. En su estreno, convirtió cada balón en una amenaza y cada carrera en un suspiro para la defensa rival. Su talento fresco no solo amplía las variantes ofensivas, sino que devuelve al equipo algo aún más valioso: la sensación de que el futuro no siempre es una promesa lejana, sino un presente que ya empieza a correr por la banda.

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