La localidad toledana de Gálvez ha vivido un fin de semana mágico con la celebración de San Antón, una fiesta que lleva más de 200 años de antigüedad y que cada año reúne a los galveños y a los visitantes para participar en sus festejos. Esta tradicional celebración ha provocado que los vecinos prendieran unos 300.000 kilos de leña para formar unas 160 lumbres, además de disfrutar de la gastronomía típica de Gálvez, con platos como las migas, el chorizo, las costillas, las puches, la morcilla, los guisos de caza y los dulces.
El alcalde, Manuel Fernández, ha explicado que, en sus inicios, los galveños celebraban San Antón en las huertas con fuegos para ahuyentar a los malos espíritus y vestían a su ganado con las mejores ropas. Esta tradición ha evolucionado hasta la actual, en la que los propios vecinos se disfrazan con ropas viejas y pintan sus caras para recorrer todo el pueblo visitando a sus amigos y familiares.
Fernández ha destacado la importancia de esta celebración, que hace que los galveños se hermanen en torno al fuego, y ha considerado que Gálvez se merece la declaración de fiesta de Interés Turístico Regional, algo que los vecinos plasmarán enviando a la Junta unas 3.000 firmas.
El gran día comenzó con la celebración de una misa, procesión y bendición de animales en la parroquia de San Juan Bautista. Después, tuvo lugar un concurso solidario y una degustación de productos típicos del cerdo en la plaza. Y ya durante la madrugada del domingo se celebró el llamativo cortejo de ‘sanantones’, en el que los galveños se disfrazaban con harapos, ropa vieja y cencerros, para recorrer el pueblo de lumbre en lumbre.
Esta noche mágica de San Antón ha dejado sonrisas, sorpresas, sustos y buen ambiente en Gálvez, convirtiéndose en un anticipo del Carnaval.
