Fuga Corporativa: El Éxodo de Empresas Occidentales en el Sahel y sus Repercusiones Socioeconómicas

En el Sahel, un cambio radical de política ha puesto en jaque a las compañías occidentales, especialmente aquellas involucradas en la industria minera. En países como Burkina Faso, Mali y Níger, las autoridades han intensificado las medidas contra estas empresas y sus trabajadores, incluyendo amenazas, detenciones arbitrarias y un asedio legal que va más allá de las disputas por licencias de explotación.

La empresa canadiense Barrick Gold, que opera en Mali, se ha visto particularmente afectada luego de que la Junta Militar del país, en una disputa que involucra alegatos de «irregularidades fiscales significativas» y lavado de dinero, paralizó la operación de una de sus minas y detuvo a cuatro ejecutivos. Además, tras el fracaso de las negociaciones, el gobierno maliense confiscó tres toneladas de oro de la compañía, exacerbando la tensión entre Mali y Barrick Gold.

Este escenario no es exclusivo de Barrick Gold. Otras compañías han enfrentado desafíos similares, como Resolute Mining Ltd, cuyo director general fue arrestado y posteriormente cesado tras un acuerdo de 160 millones de dólares para resolver un litigio fiscal con el gobierno de Mali. Las políticas adoptadas buscan aumentar la participación estatal en la industria minera, elevando la cuota del Estado del 20% al 35% y reduciendo los beneficios fiscales para las empresas extranjeras.

El general Assimi Goïta, líder del gobierno de transición en Mali, ha sido claro en su postura: aquellas empresas que no se ajusten a los nuevos requisitos deberán abandonar el país. Esta nueva política ha llevado a la revisión de contratos con varias mineras extranjeras. Según Beatriz Mesa, analista y autora, esta transformación representa un importante cambio geopolítico y una recuperación de la soberanía nacional en el continente africano, históricamente dominado por intereses occidentales.

La revisión de las políticas mineras en el Sahel se acompaña de una redefinición de alianzas a nivel internacional. Burkina Faso, Mali y Níger, todos con gobiernos de transición liderados por militares tras diversos golpes de Estado, han mostrado un creciente acercamiento a Rusia, a quien consideran un «aliado estratégico», mientras califican a Francia, su antigua potencia colonial, como su «principal adversario». Esta situación ha generado tensiones con Occidente, especialmente con Francia, que ha visto cómo su influencia en la región se desvanece.

La salida de estos tres países de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) marca otro punto de inflexión en su búsqueda de autonomía, al tiempo que denuncian la presencia de mercenarios del grupo ruso Wagner en la región y buscan nuevas alianzas con países como China e India.

Burkina Faso, siguiendo una estrategia similar, ha nacionalizado importantes minas de oro y anunciado la suspensión de las exportaciones de oro y otros materiales preciosos para reorganizar la comercialización de estos bienes. El país también inauguró su primera refinería de oro, demostrando su determinación de controlar completamente su principal recurso de exportación.

Estas acciones colectivas en el Sahel marcan un giro hacia la afirmación de la soberanía y la redefinición de su posición en el escenario global, desafiando el orden establecido y buscando un equilibrio más justo en la explotación de sus recursos naturales.

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