Frutos no cosechados: Modi extiende una nueva mano a Xi ante desafíos en EE.UU. y UE

Las relaciones entre India y China, las dos naciones más pobladas del planeta, están experimentando un momento de acercamiento inusual, evidenciado por la reunión de sus líderes Narendra Modi y Xi Jinping en Tianjin durante la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái. Han pasado siete años desde la última visita de Modi a China, un periodo marcado por tensiones tras un violento enfrentamiento fronterizo en el Himalaya en 2020. Sin embargo, a pesar del simbolismo de esta reconciliación y los intentos por mejorar la cooperación, expertos sugieren que las disputas territoriales aún permanecen sin resolver, poniendo en duda la solidez de esta nueva etapa.

Este deshielo en las relaciones parece tener su origen en las políticas estadounidenses y en el ángulo comercial entre ambas naciones. Las arduas medidas arancelarias impuestas por la administración de Donald Trump han llevado a India a buscar un entendimiento con China, que se ha manifestado en un apoyo mutuo frente al proteccionismo. Sin embargo, la situación económica de India revela una compleja dependencia del gigante asiático; a pesar de los esfuerzos por diversificar sus fuentes de suministro, sectores clave como el farmacéutico y las renovables siguen atados a China. La búsqueda de inversión y tecnología chinas se presenta como un desafío a la identidad y ambiciones de Nueva Delhi, que, sin embargo, enfrenta dificultades para liberarse del yugo económico.

El trasfondo de esta relación está igualmente marcado por la presencia constante de Pakistán, aliado cercano de China, que complicará cualquier esfuerzo por una cooperación genuina entre India y su vecino del norte. La dualidad de los intereses geopolíticos y económicos genera una atmósfera de desconfianza. A medida que ambos países negocian su lugar en un orden mundial cada vez más competitivo, la pregunta persiste: ¿será este acercamiento un mero acto táctico o puede evolucionar hacia una alianza estratégica? Mientras los núcleos de tensión sigan presentes, el “tango del Dragón y el Elefante” podría convertirse más en un baile de conveniencia que en una danza de confianza.

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