Francia se prepara para una de las citas electorales más decisivas de los últimos tiempos, con las elecciones legislativas programadas para el próximo domingo 30 de junio y la segunda vuelta el 7 de julio. Estos comicios no solo renovarán el Parlamento sino que podrían marcar un giro significativo en la política francesa, especialmente si la ultraderecha, liderada por Marine Le Pen, logra una victoria contundente.
Marine Le Pen, cabeza visible de la ultraderecha francesa e hija de Jean-Marine Le Pen, fundador del Frente Nacional, ha delineado un conjunto de políticas audaces y controvertidas que pretende implementar si llega al poder. Entre sus promesas electorales, destaca una firme postura sobre la inmigración, la educación, y una revisión completa del sistema financiero, en un esfuerzo por sanear lo que describe como cuentas “irresponsables”.
Le Pen ha sido explícita en su enfoque hacia la inmigración, proponiendo medidas drásticas como la restricción severa al reagrupamiento familiar, la finalización del “efecto llamada” mediante la reserva de ayudas sociales exclusivamente para ciudadanos franceses, y la restitución de controles fronterizos rigurosos para expulsar a inmigrantes clandestinos y abolir el derecho de suelo.
En el ámbito social, a pesar de sus tendencias conservadoras, Le Pen ha indicado que no revertirá legislationes sobre el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo. Sin embargo, ha mostrado disconformidad con las sanciones impuestas por Europa a Rusia, destacando la importancia de desarrollar las relaciones franco-rusas más allá de las tensiones geopolíticas actuales.
Los comentarios de Le Pen han generado una amplia gama de reacciones. Entre sus declaraciones más polémicas, se encuentra su firme advertencia contra Carles Puigdemont, el político catalán en el exilio, prometiendo ser “implacable” si alcanza el poder, lo que subraya su intención de mantener una España unificada.
Su campaña electoral no solo ha capturado la atención de votantes y críticos sino también la de diversos sectores empresariales que ven en sus propuestas un posible cambio de paradigma en el modelo económico y social francés. En este contexto, Le Pen ha promovido un “big bang de autoridad” en la educación y promesas de apoyo a la contratación de jóvenes, aumento de pensiones y una reducción en la edad de jubilación, junto con la supresión de ayudas sociales a los padres de menores desobedientes.
Estas elecciones serán cruciales no solo para Francia sino para Europa en su conjunto, ya que una victoria de la ultraderecha podría signficar un cambio significativo en la dinámica política continental, redefiniendo las alianzas, las políticas internas de inmigración y la relación con actores globales como Rusia. Con el país al borde de un posible cambio radical, tanto los ciudadanos franceses como la comunidad internacional observan atentamente el desarrollo de estos comicios.
