La tensión en Nueva Caledonia se ha intensificado tras los recientes disturbios que sacudieron el territorio desde el pasado 13 de mayo. Los enfrentamientos han dejado un trágico saldo de seis muertos y numerosos heridos, agitando las aguas políticas de este territorio francés de ultramar ubicado en el Pacífico Sur. Los choques comenzaron luego de que el Parlamento francés aprobase una enmienda para reformar el censo electoral de la isla, una medida que rompe con el estatus quo mantenido desde el Acuerdo de Numea de 1998, que había congelado la composición electoral de la región.
La reforma electoral ha sido vista por los grupos indígenas, en particular los canacos, como una amenaza directa a su influencia política en la isla. Mickael Forrest, vicepresidente segundo de Nueva Caledonia y figura prominente del movimiento independentista, expresó en una entrevista su profunda preocupación por las recientes acciones del gobierno de Emmanuel Macron. Forrest criticó la decisión de no prorrogar el estado de emergencia y acusó al gobierno francés de no respetar el Acuerdo de Numea, aún en medio de la agitación social y la presencia militar en el territorio.
El brote de violencia y la disputa política derivan de un desacuerdo más profundo sobre la validez del último referéndum de independencia realizado en diciembre de 2021, en medio de la pandemia de COVID-19. La baja participación en este referéndum, a juicio de los independentistas, invalida sus resultados, que mostraron un rechazo a la independencia. A pesar de que en años anteriores la participación había sido significativamente más alta, y los márgenes de rechazo a la independencia menores, el gobierno francés considera este último referéndum como definitivo y legal.
La crisis sanitaria, que afectó desproporcionadamente a las comunidades indígenas, jugó un papel crucial en el llamado al boicot del referéndum por parte de varios grupos independentistas. Francia, sin embargo, procedió con la votación, que culminó con un amplio margen de rechazo a la independencia, un resultado que difiere drásticamente de los anteriores.
En respuesta a la crisis actual, el gobierno de Nueva Caledonia ha solicitado la intervención de un enviado especial de las Naciones Unidas y ha intensificado sus esfuerzos diplomáticos. Forrest subrayó la importancia de internacionalizar el proceso de independencia, aunque Francia considera el asunto como estrictamente interno. A pesar de la propuesta de Macron de abrir un periodo de negociación, Forrest ve esta medida como una estrategia de distracción ante problemas más apremiantes.
La situación en Nueva Caledonia refleja no solo una lucha local por la autodeterminación y el respeto a los acuerdos previos, sino también subraya la creciente importancia geopolítica del Pacífico Sur. Las próximas acciones del gobierno francés pueden definir no solo el futuro de Nueva Caledonia, sino también la relación de Francia con esta estratégica región del mundo.