La llegada del huracán Milton a las costas de Florida anoche, ahora categoría 2, ha vuelto a poner de manifiesto la vulnerabilidad de ciertas zonas frente a fenómenos meteorológicos extremos. Con vientos de 190 kilómetros por hora, lluvias torrenciales, y la amenaza de una subida del nivel del mar de hasta cuatro metros, las imágenes que llegan de ciudades como Sarasota muestran árboles tronzados y tejas arrancadas, una postal cada vez más habitual en estas latitudes.
Este huracán, que ha causado que 7,3 millones de personas vivan en zonas de evacuación inmediata, reabre el debate sobre la preparación de Florida y otros estados vulnerables frente a estos embates de la naturaleza. «Hay dos formas de responder a esta pregunta: está lo que se podría haber hecho y está lo que se ha hecho», explica Ramón Cruz, experto en políticas medioambientales y planificación urbana, destacando la politización de la ciencia climática y la planificación urbanística como uno de los principales desafíos actuales.
El caso del huracán Harvey en 2017 es un claro ejemplo de lo que puede suceder cuando se ignora la planificación y se permite el desarrollo en áreas de riesgo de inundación. La infraestructura natural y las recomendaciones de los planificadores urbanos son cruciales para mitigar los efectos de estos fenómenos naturales. Sin embargo, la politización de la respuesta federal a los huracanes, como la reciente campaña de desinformación durante los huracanes Helene y Milton, complica aún más la coordinación entre las diferentes agencias y niveles gubernamentales.
En medio de esta situación, emergen iniciativas innovadoras como el sistema AquaFence del Hospital General de Tampa, una barrera impermeable capaz de tolerar subidas del nivel del mar de hasta cuatro metros y medio, o el desarrollo de viviendas resilientes en zonas como Cortez y Babcock Ranch. Estos proyectos ofrecen un rayo de esperanza en términos de adaptación y resiliencia, aunque no están al alcance de todos los habitantes.
La cobertura de seguro de inundación en Florida, indispensable para la recuperación post-huracán, es alarmantemente baja, con solo un 18% de las viviendas aseguradas. Esto destaca la necesidad de una mayor conciencia y preparación a nivel individual y comunitario frente a los huracanes.
Las historias de resistencia y adaptación emergen en cada esquina, desde protocolos caseros para enfrentar los cortes de energía hasta el diseño de casas capaces de soportar huracanes categoría 5. Sin embargo, como señala Cruz, el verdadero desafío radica en cambiar el patrón de consumo y de construcción hacia uno más sostenible, una lección aún pendiente para evitar que el futuro de Florida y de otras regiones vulnerables se vea irremediablemente afectado por la fuerza destructiva de la naturaleza.