En un gesto contundente hacia Moscú, el gobierno de Finlandia ha anunciado preparativos para una legislación que prohibirá a ciudadanos y empresas rusas la compra de propiedades inmobiliarias en el país nórdico. Este movimiento se inscribe en una serie de medidas adoptadas por Helsinki en respuesta a lo que considera una guerra híbrida orquestada por el Kremlin, especialmente tras la invasión rusa de Ucrania en 2022. Este conflicto no solo ha llevado a Finlandia a cerrar sus extensos 1.340 kilómetros de frontera con Rusia, sino también a replantear su postura de neutralidad al buscar el ingreso en la OTAN.
El Ministerio de Defensa finlandés ha destacado que la legislación en desarrollo es una prioridad para el ejecutivo, esperando su aprobación en el parlamento a principios del próximo otoño. La preocupación principal radica en propiedades cercanas a infraestructuras críticas –aeropuertos, bases militares, y nodos energéticos y de comunicaciones– donde la posesión rusa se ve como un riesgo potencial para la seguridad nacional.
Este endurecimiento de las legislaciones surge en un contexto donde, históricamente, ciudadanos rusos habían adquirido propiedades en Finlandia sin mayores restricciones. Sin embargo, el escenario cambió drásticamente con el inicio del conflicto en Ucrania, llevando a Helsinki a reevaluar y monitorear activamente dichas posesiones por posibles amenazas a su seguridad. De hecho, se informó que en el último año se bloquearon seis transacciones inmobiliarias sospechosas de tener vínculos rusos, afectando propiedades localizadas estratégicamente cerca de la frontera sur del país.
La inquietud no se limita únicamente a la esfera gubernamental, ya que investigaciones periodísticas han desvelado casos inquietantes de adquisiciones de terrenos por parte de rusos cerca de objetivos militares y estratégicos finlandeses. Estos movimientos han avivado el temor a actividades de espionaje y a la posibilidad de que dichas propiedades sirvan de apoyo para acciones enemigas, incluido el sabotaje.
El gobierno finlandés, así como expertos y analistas, enmarcan esta medida legislativa en una necesidad de salvaguardar la seguridad nacional ante un panorama internacional cada vez más complicado. Aunque reconocen que no todos los compradores rusos tienen intenciones maliciosas, la prioridad de Helsinki es prevenir cualquier riesgo que pueda emanar de su vecino oriental, reflejando el deteriorado estado de las relaciones bilaterales post-invasión de Ucrania.
Este endurecimiento legislativo no es únicamente un síntoma de las crecientes tensiones entre Finlandia y Rusia, sino también un reflejo del cambiante panorama de seguridad en Europa del Norte. A medida que los países de la región recalibran sus estrategias de defensa y seguridad, la propiedad inmobiliaria emerge como un nuevo frente en la contienda geopolítica con Moscú, subrayando la complejidad de las amenazas híbridas en el siglo XXI.