Fernando Romay critica las risas de Sonsoles Ónega en Antena 3: ‘¡Es un momento serio!’

Esta tarde, el conocido exjugador de baloncesto Fernando Romay se sentó en el plató de Y ahora Sonsoles para compartir su singular perspectiva de la vida desde esos 2,13 metros que ha sido su sello a lo largo de su carrera. La estatura descomunal de Romay contrastó de manera cómica con los 1,56 metros de la presentadora Sonsoles Ónega, quien, para recibirlo, no dudó en subirse a una escalerilla. La escena, llena de humor, marcó el tono de la entrevista.

La interacción entre ambos fue un desfile de chistes y risas. En un momento, cuando Sonsoles se bajó del taburete que había utilizado, la diferencia de tamaño se hizo aún más evidente, y ella no pudo evitar soltar entre risas: «Es que es ridículo». La comunicación entre ellos fluyó con una mezcla de complicidad y picardía, en la que la presentadora se sintió más pequeña de lo habitual.

Al profundizar en su infancia, Ónega le preguntó sobre experiencias de acoso escolar, un tema delicado que Romay abordó con sinceridad. Confesó que, a los diez años, ya medía 1,85 metros y que tuvo que enfrentarse a burlas y peleas con sus compañeros. Recordó cómo nunca logró aprobar gimnasia, especialmente por su falta de habilidad para el salto interior del potro. «Me pegaba unas leches como un piano. Es que es imposible», compartió, provocando risas tanto en el público como en la presentadora, quien, entre carcajadas, tuvo que recordar a Romay que debía ser serio al contar esas anécdotas.

El tono ligero se mantuvo cuando Romay relató cómo en su adolescencia «crecía a trozos», lo que generó bromas sobre sus diferentes proporciones a lo largo de los años. La humorística interacción continuó con un comentario ingenioso de Romay: «Hablarte a ti de crecer es como hablarme a mí de encoger», refiriéndose a la estatura de Ónega.

El exjugador también compartió anécdotas sobre las dificultades de su estatura, como los momentos en que le hacían sentar en pupitres demasiado pequeños para él, una clara metáfora de las incomodidades que vivió. Recordó, entre risas, su experiencia al obtener el carnet de conducir en un pequeño Seat 133, describiéndolo como «un tamagochi, solo se me veía la cara». Aunque su tono era humorístico, había una tristeza latente en la anécdota. Ante la risa de Ónega, que encontró su relato triste pero gracioso, Romay apuntó: «¡Pero no te rías, que es triste!».

Así, esta tarde, la televisión se llenó de risas, pero también de recuerdos que, a través del humor, ofrecían un vistazo a la lucha y resiliencia del icónico Fernando Romay. La química entre él y Sonsoles Ónega transformó la entrevista en un espacio donde la diversión y la reflexión convivieron de manera armoniosa.

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