La celebración del Día Internacional de la Mujer nos coloca ante el espejo de los avances alcanzados en materia de igualdad durante décadas de lucha y reivindicación. Pero también nos obliga a seguir dando pasos firmes. Son preocupantes las cifras que confirman la brecha salarial, originada fundamentalmente por la mayor dificultad para el acceso de las mujeres a puestos directivos en las empresas.
Según el estudio ‘Women in Business 2018’, en los cuadros superiores de las compañías solo hay un 23% de mujeres. Son aún más preocupantes las cifras referidas a la violencia de género. Según el Ministerio de Igualdad, 8 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas en lo que va de año, 983 desde que empezaron a contabilizarse en 2003.
Contra los gigantes que quedan por derribar en materia de desigualdad debemos luchar, así como contra los micromachismos que en la vida diaria, a veces desapercibidos, siguen consolidando una vieja jerarquía de sexos que debe ser superada por completo. Pero esta debe ser una lucha de todos, no solo de las mujeres. Porque la evolución hacia modelos más igualitarios nos hará mejores a todos, hará mejor nuestra sociedad para beneficio de las mujeres pero también de los hombres. Una sociedad más justa y más libre.
Por desgracia estamos viendo cómo una parte de la izquierda está queriendo patrimonializar el 8 de marzo como una especie de gran acto de precampaña electoral. Como si este día, como si el feminismo en general, les perteneciera. Sería un absoluto sinsentido que la mujer, ahora que se ha librado de las imposiciones del machismo, estuviera sometida a las imposiciones de otras mujeres: las que hablan en nombre de todas y nos dicen qué tenemos que pensar, cómo tenemos que vestir, qué consignas debemos repetir, a qué partidos debemos votar.
Es lamentable que la legítima y necesaria lucha por la igualdad entre los hombres y las mujeres se mezcle interesadamente con otras cuestiones que no tienen nada que ver con este asunto y que además dividen a las mujeres en lugar de favorecer un movimiento feminista integrador y transversal con verdadera vocación de palanca de progreso. Así, la Comisión 8 de marzo, convocante de la huelga feminista, trufa su manifiesto de alusiones a la lucha contra el capitalismo, contra el libre comercio o contra los partidos de derechas, pretendiendo -tan comunistas ellos- privatizar el feminismo y reducirlo a un elemento de lucha no contra el machismo sino contra el adversario político. Se arrogan el derecho a repartir carnets de feminista solo a quienes asuman un “pack ideológico” determinado. En términos morales, me parece ciertamente lamentable.
Desde Ciudadanos, en cambio, defendemos que la lucha por la igualdad debe ser abierta e integradora. Transversal y en positivo. Somos partidarios de reivindicar la igualdad de oportunidades y la erradicación del machismo sociológico desde la política útil, con medidas que favorezcan la conciliación o la transparencia de las empresas en cuanto a su política de contratación, educando en el valor de la igualdad. Los avances han llegado y seguirán llegando, y lo harán de la mano de la política y no de la demagogia de las “portavozas”. Por tanto, desde Ciudadanos, en este 8 de marzo, como todos los días, defendemos y animamos a defender la libertad, la igualdad, la integración y el progreso. Juntos. Sumando y no dividiendo.