Felipe VI, aliado de Pedro Sánchez en la política española

Reflexiones sobre el décimo aniversario de la proclamación de Felipe VI y su vínculo con el actual presidente del Gobierno

Decíamos ayer que el Rey Felipe VI está secuestrado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Ahora habrá que añadir que, además, el jefe del Estado sufre síndrome de Estocolmo ante su secuestrador. En los actos del décimo aniversario de la proclamación de Felipe de Borbón y Grecia como Rey de España, acaecida el 19 de junio de 2014 tras la abdicación de Juan Carlos I, estuvo en sitio prominente el presidente del Gobierno.

No invitar al jefe de la oposición, al hombre más votado de España, no es institucional. Es otra muestra del síndrome de Estocolmo que el jefe del Estado sufre respecto al jefe del Gobierno. Desde la Casa Real se filtra que se trataba de invitaciones institucionales.

Críticas a la autoalabanza real y la relación con la monarquía

Más grave resulta la autoalabanza real: 10 años de “coherencia”, de “coherencia a pesar del coste personal”. Con todo respeto, ¿coherencia con qué, Señor? ¿Habla de coherencia o de mera supervivencia? ¿Coste personal? ¿Quizás por tener a su padre en el desierto mientras usted no desaprovecha el aniversario para repetir el tópico monclovita de que el Rey debe ser transparente y honrado?

Sus palabras otorgan razón al miserable de Gabriel Rufián: este rey es más honrado que su padre, pero hay que terminar con la monarquía. La cursilería de la Princesa de Asturias y de su hermana Sofía en el acto público, con su discursito de móvil, tampoco va a salvar a la Monarquía española.

La influencia de Moncloa sobre Zarzuela y el futuro de la monarquía

En definitiva, con el acto del miércoles 19 de junio, diez años de su proclamación (o coronación, que es lo mismo, señor Javier Ayuso), Felipe VI ratifica el sometimiento de Zarzuela a Moncloa. Un error porque, si bien es cierto que el presidente del Gobierno tiene más poder -y así debe ser- no lo es menos que el Rey permanece, el presidente del Gobierno no. Ni tan siquiera Pedro Sánchez permanecerá tanto, aunque a él no le importaría trasmutarse en presidente de la III República.

Por cierto, la cursilería de la Princesa de Asturias y de su hermana Sofía en el acto público, con su discursito de móvil, tampoco va a salvar a la Monarquía española. A la Dinastía Borbón sólo le puede salvar volver a ser una monarquía católica, no por confesionalismo sino porque la jefatura del Estado, en esta nación, sólo puede asentarse sobre el cimiento de España, que no es otro que la fe cristiana.

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