El ex director general de la UNESCO, ex ministro de Educación y Ciencia y presidente de la Fundación Cultura de Paz, entre otros muchos cargos de alta responsabilidad a nivel nacional e internacional, Federico Mayor Zaragoza, ha visitado este jueves la localidad de Argamasilla de Alba para tener un encuentro con alumnos del IES Vicente Cano y conocer el lugar que vio nacer las aventuras de don Quijote, la Casa de Medrano.
Pocas personas en todo el mundo son capaces de captar la atención de un importante grupo de adolescentes en su instituto, y conseguir mantenerla durante más de una hora a las dos del medio día de un jueves, pero es inevitable quedarse ensimismado ante una persona tan grande y a la vez sencilla y sobre todo humana, a la que sus 84 años no le han distanciado de los problemas que vive la sociedad española y mundial.
Mayor Zaragoza calificaba de cómplices de aquellos que quieren las guerras y de los opresores, a todos los que no aprovechen las posibilidades que las nuevas tecnologías ofrecen, más allá del uso personal, para levantar su voz. Hasta hace pocos años, no existía la capacidad de expresarse y conocer que ocurre más allá de nuestra zona de confort, afirmaba, pero en la actualidad “si todos nos ponemos de acuerdo podemos decir: Señor Trump ¡no!”, en relación a las dañinas políticas medioambientales que está llevando a cabo, criticando seguidamente la sumisión o el silencio de Europa ante los más que probables daños que la presidencia de Donald Trump generará sobre nuestro hábitat: “O cambiamos, o la habitabilidad de la tierra puede deteriorarse, con lo cual, las generaciones venideras pueden encontrarse ante unas condiciones ambientales muy adversas, ¡y esto es intolerable!”, afirmó.
“El porvenir está por hacer, el pasado no lo podemos cambiar, todas las torpezas que hemos cometido ahí están, pero lo que podemos hacer es cambiar el mañana antes de llegar a una situación irreversible… ¡vamos a hacer el porvenir!”, aseveró. Es por ello que pidió a los profesores y a todos los mayores actuar “del tal manera que los más jóvenes no digan: podían y no se atrevieron; tenemos que atrevernos a cambiar el mundo”.
Arduas han sido muchas de las encomiendas que ha tenido que llevar a cabo Federico Mayor en conflictos violentos, pero en todas ellas su bandera siempre fue sustituir una cultura de “si quieres la paz prepara la guerra” por “si quieres la paz ayuda a hacerla posible”, y así se lo trasladó en un encuentro a Nelson Mandela, y la dificultad de llevarlas a cabo, a lo que éste le expuso que con la llegada activamente de la mujer a la sociedad, en los próximos años, cambiaría el ejercicio del poder absoluto: “La mujer es la piedra angular de la nueva era, porque la mujer solo excepcionalmente utiliza la fuerza y el hombre solo excepcionalmente no la utiliza”, le dijo Mandela.
Muy crítico se mostró Mayor Zaragoza con la actuación de Europa en la “crisis” de los refugiados, en la que se han perdido “muchas virtudes que en Europa teníamos de ayuda a los países más necesitados (…) ¡Más de 6.000 muertos ahogados en el Mediterráneo en 2.016!, esto lo encuentro como una afrenta que como europeo no puedo tolerar. ¡Pero qué es lo que estamos haciendo…! no somos capaces de entre toda Europa reunir 20.000 millones de euros para ayudar, tal y como se merecen los emigrantes en sus lugares de origen, cuando aquí, a un solo banco, le hemos dado 23.000 millones”, afirmó indignado.
También pidió trabajar a nivel mundial para reducir la brecha social, para disminuir la distancia entre las 12 personas del mundo que tienen mayor riqueza que la mitad de la humanidad, en torno a 3.700 millones de personas, lo que pone en manos de muy pocos “un poder inmenso que debemos evitar”.
La clase magistral finalizó con la entrega de unos obsequios por parte del IES y posterior traslado a la Casa de Medrano, en la cual según la tradición Miguel de Cervantes gestó el Quijote, y donde le esperaba el alcalde, Pedro Ángel Jiménez, que ejerció de cicerone, ilustrando a Federico Mayor Zaragoza sobre la tradición cervantina de la localidad, e invitándolo a firmar en el libro de honor de la Casa de Medrano, además de hacerle entrega de una edición facsímil del Quijote de Rivadeneyra, también llamado Quijote de Argamasilla, impreso en el interior de la cueva de Medrano en 1863.
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