El populista Nigel Farage, conocido por sus comentarios incendiarios y su habilidad para dominar el escenario mediático, ha vuelto a ser el centro de atención en la política británica. Tras una carrera marcada por declaraciones polémicas y una irrefrenable campaña a favor del Brexit, Farage ha conseguido por fin un asiento en la Cámara de los Comunes con su partido Reform UK, una entidad de derecha radical que ya está causando estragos en el panorama político de Westminster.
A pesar de que el sistema electoral británico presenta importantes barreras para nuevos partidos, Farage y su equipo lograron obtener cuatro escaños en el parlamento. Entre los elegidos se encuentra Lee Anderson, exvicepresidente del Partido Conservador, quien ha logrado dividir el llamado Muro Rojo en el Norte de Inglaterra. Esta fractura demuestra que Reform UK no solo es una amenaza para los conservadores, sino también un reto considerable para el Partido Laborista en áreas de clase obrera. El debate sobre el impacto de la inmigración en los trabajos locales y los servicios públicos sigue resonando y ganando tracción entre los votantes.
Farage, autodeclarado íntimo amigo de Donald Trump, reconoció que “algo extraordinario está sucediendo” en la política británica. Afirmó que existe un vacío considerable en el centro-derecha que él está decidido a llenar. Prometiendo sorprender a todos, Farage se comprometió a construir “un movimiento nacional de masas” para desafiar al Partido Laborista en las próximas elecciones, pautadas para 2029.
Aunque ya era considerado uno de los políticos más influyentes del Reino Unido sin ocupar un asiento en la Cámara de los Comunes, Farage ha solidificado su importancia con esta victoria. Fue la popularidad de su liderazgo en el UKIP, su primer proyecto político, lo que presionó al gobierno de David Cameron para convocar el referéndum sobre el Brexit. Ahora, con el Partido Conservador enfrentando una crisis de identidad, es muy probable que Farage y Reform UK impulsen a los tories hacia una postura aún más radicalmente conservadora.
Después de un breve receso de la política activa, donde Farage exploró una carrera como presentador de televisión y participante de reality shows, ha regresado con fuerza, a pesar de haber insistido previamente en que no se presentaría a las elecciones. Su campaña, no exenta de controversia debido a declaraciones racistas y homófobas de algunos de sus activistas, final
