En un evento que ha conmocionado a la sociedad marroquí, se ha anunciado el fallecimiento de la princesa Lalla Latifa Amahzoune, madre del actual monarca, Mohamed VI. La noticia se dio a conocer el sábado 29, dejando entrever el disimulado pero profundo impacto que la princesa tuvo en la historia contemporánea de Marruecos. A los 78 años, Lalla Latifa pasó sus últimos momentos rodeada de “la misericordia divina”, en el palacio de Dar Essalam en Rabat, conforme a fuentes cercanas al palacio real.
Su vida, marcada por un bajo perfil de público conocimiento, resguardó secretos de estado y personales, representativos de una época en la historia de Marruecos, tejiendo desde las sombras, una influencia silenciosa pero significativa sobre los destinos del país. Lalla Latifa, nacida en la ciudad de Jenifra e hija de un gobernador, fue elegida por Hassan II para fortalecer a través de su unión matrimonial, los vínculos entre las distintas facciones que componen la sociedad marroquí, siendo ella misma parte de la tribu bereber de los zayanes.
Su matrimonio con Hassan II, llevado a cabo el 9 de noviembre de 1961, trajo al mundo cinco hijos, entre ellos el actual rey, Mohamed VI. Luego de la muerte de Hassan II, Lalla Latifa encontró amor nuevamente junto a Mohamed Mediouri, anteriormente jefe de la seguridad real y guardaespaldas del difunto rey. Esta unión, aunque lejos de los reflectores y consumada en París, refleja el deseo de Lalla Latifa de conducir una vida lejos de las restringentes expectativas impuestas por su papel dentro de la familia real.
A pesar de las controversias, la relación entre Lalla Latifa y Mohamed VI se mantuvo cordial, si bien marcada por la distancia. Sin embargo, la enfermedad que padecía desde hace algunos años, un cáncer de páncreas, permitió que madre e hijo compartieran momentos, especialmente durante las estadías del monarca en París. La devoción de Mohamed VI hacia su madre quedó patente en la construcción de una mezquita en Rabat en su honor, inaugurada en mayo de 2018.
Los detalles sobre sus rituales funerarios o la declaración de un período de luto oficial aún no han sido divulgados, alimentando el misterio y la discreción que envolvió las facetas de su vida. Lo que sí es seguro es que Lalla Latifa deja un legado de resiliencia, discreción y dignidad, elementos que adornaron su vida y la posicionaron como una figura clave en la historia marroquí reciente.
Mientras Marruecos lamenta la pérdida, el llamado del palacio a desear una “larga vida a Su Majestad el Rey Mohamed VI” resuena entre sus ciudadanos, demostrando la continuidad de la monarquía y el respeto profundamente arraigado hacia la familia real, aun en momentos de dolor y transición.
