El Reino Unido despertó este jueves con la triste noticia del fallecimiento de John Prescott, una de las figuras más emblemáticas de la política británica moderna. A los 86 años, el ex viceprimer ministro durante el gobierno de Tony Blair dejó este mundo tras una dura batalla contra el Alzheimer, enfermedad que marcó sus últimos años. Su familia confirmó su deceso mediante un comunicado, destacando que murió en paz, rodeado de sus seres queridos y con la música de Marian Montgomery de fondo, evidenciando la calidez y humanidad que tanto le caracterizó.
Prescott, quien sirvió como mano derecha de Tony Blair entre 1997 y 2007, fue recordado por su incansable lucha en favor de la justicia social y su compromiso por proteger el entorno. Durante una década, fue un pilar fundamental del Nuevo Laborismo, periodo en el cual el Laborismo retornó al poder con una visión renovada, centrada en la modernización de Gran Bretaña sin dejar de lado los valores tradicionales del partido.
Antes de su carrera en el gobierno, Prescott fue un ferviente sindicalista y se ganó una reputación por su carisma y ocasional carácter temperamental. Sin embargo, siempre fue recordado por sus colegas y constituyentes por su dedicación y amor por la ciudad de Hull, donde sirvió como diputado durante cuarenta años. Él consideraba representar a su gente en el Parlamento como su mayor honor, hecho que su familia subrayó al recordarlo.
La dedicación de Prescott a su labor se vio interrumpida por problemas de salud, después de sufrir una apoplejía en 2019, lo que finalmente lo llevó a retirarse de la vida pública. A pesar de estos desafíos, su legado en la política británica y su contribución al Partido Laborista siguen siendo inmensurables. Como muestra de respeto y reconocimiento a su lucha contra el Alzheimer, su familia ha sugerido que, en lugar de flores, se realicen donaciones al Centro de Investigación para el Alzheimer del Reino Unido.
La noticia del fallecimiento de Prescott ha conmovido a todo el espectro político británico. El primer ministro británico, Keir Starmer, lo describió como un “verdadero gigante del movimiento laborista” y un arquitecto clave del último gobierno del partido, destacando su profunda contribución al laborismo y a la nación en general. Tony Blair, visiblemente afectado, compartió su profundo pesar por la pérdida de su colega y amigo, alabando su talento excepcional y su instinto político, cualidades en las que confió ciegamente durante su gobierno.
El adiós a John Prescott no es solo la pérdida de un político, sino la despedida a un hombre que, con sus virtudes y defectos, dedicó su vida al servicio de los demás, dejando una huella indeleble en la historia política británica. Su legado perdurará, no solo en las páginas de los libros de historia, sino en las vidas de aquellos a quienes ayudó y representó. La nación llora su partida, pero celebra su vida y servicio.