Marruecos ha logrado un avance crucial en el Sáhara Occidental tras la reciente aprobación por parte del Consejo General de las Naciones Unidas de una resolución que apoya su plan de «autonomía limitada» para la región, guiada por su soberanía. Esta decisión representa un giro significativo, desplazando las anteriores resoluciones que abogaban por el derecho a la autodeterminación de los saharauis mediante un referéndum, que ahora parece un sueño distante. La resolución sugiere que futuras negociaciones se basen en el modelo de autonomía marroquí, lo que deja sin opción viable una consulta popular.
Desde el territorio controlado por Marruecos, el referéndum ha parecido una posibilidad remota, y ahora, con el nuevo marco de negociaciones, la comunidad internacional ha desestimado las inquietudes del Frente Polisario, que aboga por la independencia saharaui. La votación, con 11 votos a favor y tres abstenciones, se presentó como un momento histórico que marca una victoria para Rabat, especialmente tras el respaldo de Estados Unidos y la colaboración de otros miembros clave del Consejo de Seguridad. Mientras tanto, Argelia, tradicional aliada del Polisario, se ha abstenido de participar en la votación, lo que pone de manifiesto las tensiones en la región.
La propuesta marroquí, que establece un régimen semiautónomo pero bajo la soberanía marroquí, aún carece de claridad en cuanto a las competencias locales, generando incertidumbre sobre el futuro del Sáhara Occidental. Aunque las expectativas están puestas en conversaciones próximas, las tensiones podrían reavivarse si las demandas del Frente Polisario siguen sin ser atendidas. Mientras el panorama parece trazar un camino hacia la consolidación de la posición marroquí, muchos saharauis se preguntan cómo se escucharán sus aspiraciones en un proceso que parece ya determinado sin su participación.
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