En una nueva y audaz maniobra, el programa de La Sexta «Apatrullando» que suele explorar los lugares más peligrosos y oscuros de España, cruzó esta vez los límites territoriales para adentrarse en la complejidad urbanística y social de una capital extranjera, nada menos que París. La elección de la ciudad luz no fue al azar, sino que respondía a un interés por mostrar una cara menos conocida y mucho más sombría de esta emblemática metrópoli, a menudo idealizada por su arte, cultura e historia.
El encargado de guiar a la audiencia a través de esta exploración urbana no fue otro que ‘Zazza, el italiano’, un youtuber reconocido por su habilidad para descubrir y divulgar las realidades más ocultas de las ciudades, aquellas que los turistas raramente llegan a conocer. Su aventura parisina comenzó en Saint-Denis, un suburbio al norte de la ciudad conocido por sus desafíos socioeconómicos, donde Zazza logró infiltrarse en un narcopiso abandonado, un inicio que ya presagiaba el tono de lo que sería el resto de su experiencia.
Sin embargo, fue su visita al mayor mercado ilegal de París lo que captó la esencia de esta jornada. Ubicado en el distrito XVIII, uno de los suburbios más complicados de la región metropolitana, el mercado resultó ser un hervidero de actividad, donde se podía encontrar un amplio espectro de mercancías, desde ropa hasta ordenadores y fármacos, pasando por aquellos objetos que claramente parecían haber sido obtenidos de manera ilícita.
La tensión se palpaba en el ambiente, especialmente cuando algún transeúnte aconsejaba a Zazza mantenerse alerta ante posibles robos y huir en caso de que apareciera la policía, un evento aparentemente frecuente dado que los cuerpos de seguridad visitaban el mercado varias veces al día. Esta atmósfera se tornó especialmente concreta cuando algunos de los vendedores comenzaron a mostrar su molestia, conscientes de que la presencia de una cámara podía no solo documentar, sino también perturbar sus actividades ilegales. La situación escaló hasta el punto de que Zazza tuvo que cambiar el enfoque de su cámara para solo capturar su propio rostro y no las interacciones del mercado.
En medio de este escenario, un vendedor accedió a hablar frente a la cámara, revelando que en un buen día podía llegar a ganar entre 150 y 200 euros. Su explicación sobre el origen de los productos vendidos en el lugar dejó ver la crudeza de la necesidad: objetos recuperados de la basura y revendidos en un ciclo de subsistencia que el comunicador italian levantó la mano delante a una realidad que muchos prefieren ignorar.
El programa «Apatrullando» en esta ocasión no solo proporcionó una mirada sin filtros a uno de los barrios más problemáticos de París sino que también subrayó las complejidades y contradicciones de una sociedad que, pese a encontrarse en una de las ciudades más glamurosas y ricas del mundo, no está exenta de padecer y reproducir severas desigualdades y conflictos sociales. Un recordatorio potente de que la belleza de París, al igual que la de muchas otras metrópolis, oculta un submundo que lucha por sobrevivir día a día.
