En un clima de incertidumbre, los líderes europeos se han congregado en Bruselas, enfrentando el desafío de abordar la creciente tensión causada por las políticas de la administración de Donald Trump hacia la Unión Europea y, en particular, hacia Ucrania. La alianza atlántica se encuentra en un punto de inflexión, con la presencia de un «topo» entre los líderes, que se inclina más hacia las políticas de la Casa Blanca que hacia las del Consejo Europeo.
Este jueves, la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno de la UE tiene como objetivos clave avanzar en el debate sobre la agenda de seguridad y defensa europea y reafirmar el compromiso con Ucrania, en medio de las amenazas del primer ministro húngaro Viktor Orbán de bloquear las conclusiones del encuentro. Orbán, conocido por su cercanía a Trump y por haberse alineado con sus políticas exterior, representa un obstáculo significativo en el camino hacia una política europea unificada ante la crisis en Ucrania.
La estrategia estadounidense, que incluye la reducción de la ayuda militar a Ucrania y el corte del intercambio de inteligencia, ha provocado tensiones, especialmente tras los desacuerdos públicos entre Trump y el presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Orbán, reflejando la postura estadounidense, se opone a la asistencia militar a Ucrania y aboga por la apertura de canales diplomáticos con Rusia.
António Costa, presidente del Consejo Europeo, se enfrenta al desafío de mantener la unidad dentro del grupo, mientras busca alternativas para superar el posible veto de Hungría. A pesar de las diferencias, la intención es proyectar una imagen de consenso sobre el apoyo a Ucrania, aunque ello signifique adoptar comunicados sin la unanimidad tradicionalmente requerida.
Paralelamente, los líderes discutirán sobre el plan de inversión en defensa propuesto por Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, que busca reforzar la capacidad militar europea a través de un instrumento de préstamos financiado con bonos comunes europeos.
La situación en Ucrania y el debate de seguridad y defensa no pueden verse por separado. Los recientes movimientos geopolíticos y la incertidumbre sobre el papel de Estados Unidos como aliado estratégico obligan a Europa a replantear su posición y estrategia de seguridad para las próximas décadas. La reunión de los líderes en Bruselas, por lo tanto, no solo es crucial para el futuro inmediato de Ucrania, sino también para el diseño de una política de seguridad y defensa europea más autónoma y robusta.
