Años después de su salida de la Unión Europea, el Reino Unido busca reafirmar su posición como un actor crucial en la defensa del continente europeo. En un esfuerzo conjunto con Francia, liderado por el primer ministro británico Keir Starmer y el presidente francés Emmanuel Macron, se está delineando una estrategia para la creación de una fuerza de seguridad europea. Este movimiento responde directamente a la persistente amenaza que representa Rusia para la seguridad continental, especialmente evidenciada en su agresión hacia Ucrania.
El gobierno británico y el francés están en el proceso de estructurar una «fuerza de paz» compuesta por cerca de 30.000 soldados, con el principal propósito de proteger infraestructuras críticas en Ucrania y respaldar un posible acuerdo de alto al fuego. Entre las prioridades de esta fuerza se encontrarían la garantía de la reapertura segura del espacio aéreo ucraniano para vuelos comerciales y el aseguramiento de la seguridad del comercio marítimo en el Mar Negro, crucial para la exportación de alimentos desde Ucrania, país que ha visto sus servicios básicos bombardeados repetidamente por fuerzas rusas.
No obstante, uno de los principales desafíos para Starmer y Macron es obtener el respaldo del presidente estadounidense, Donald Trump, cuya administración ha sido reacia a comprometer tropas en el terreno. La propuesta franco-británica sugiere que Washington podría proporcionar un importante apoyo aéreo y de inteligencia, elementos cruciales donde Europa tiene deficiencias, posiblemente operando desde Polonia y Rumania.
La unión anglo-francesa ha generado una mezcla de apoyo y escepticismo entre los países europeos. Naciones como los Países Bajos y Suecia han mostrado su apoyo, mientras que otros, incluidos Alemania, Polonia e Italia, han expresado sus dudas. Rusia, por su parte, ha manifestado que cualquier despliegue de tropas de países miembros de la OTAN en Ucrania sería inaceptable.
Los detalles y la viabilidad de desplegar efectivamente 30.000 tropas representan un significativo reto. De acuerdo con fuentes militares británicas, aunque el Reino Unido podría comprometer hasta 20.000 soldados, la realidad práctica difiere considerablemente, dadas las actuales limitaciones de capacidad y equipamiento del ejército británico. A esto se suma la preocupación de que un despliegue en el este de Ucrania podría exponer a las tropas europeas a ataques rusos, escalando potencialmente el conflicto.
Estos planes se debatieron en una cumbre informal en París, una reunión organizada apresuradamente para tratar la situación en Ucrania. Aunque la cumbre buscó mantener un formato restringido para evitar discrepancias con los miembros de la UE alineados con el Kremlin, las diferencias entre los aliados quedaron en evidencia.
Además de los retos estratégicos y políticos, la iniciativa enfrenta obstáculos logísticos, incluyendo la preocupación de que la imposición de una «zona de exclusión aérea» sobre Ucrania pueda presionar excesivamente a la Real Fuerza Aérea británica. Se considera que apenas el 60% de los cazas Typhoon están disponibles para vuelo en un momento dado, muchos de los cuales ya están comprometidos en misiones en el Reino Unido y en el extranjero.
Mientras tanto, Starmer y Macron se preparan para viajar a Washington en un intento de asegurar el apoyo de Trump a la iniciativa. El resultado de estas negociaciones será crucial para el éxito de este esfuerzo coordinado entre el Reino Unido y Francia, que busca no solo resolver un conflicto inmediato sino también establecer un mecanismo de seguridad europea más sólido frente a futuras amenazas.