El debut de Etta Eyong con el Levante no pasó desapercibido
Etta Eyong apenas necesitó diez minutos para que su apellido quedara tatuado en la memoria de los granotas. El camerunés, recién desembarcado desde el Villarreal, aprovechó un robo de Pablo Martínez para mandar el balón a la red con la serenidad de quien no parece estar debutando, sino repasando un viejo guion aprendido de memoria. En ese instante, el Ciutat de València dejó de ser escenario para convertirse en testigo de un nacimiento futbolístico.
Con solo 21 años, Eyong encadena ya dos goles en este arranque de temporada, uno vestido de amarillo y otro teñido de azul y grana, así como un par de asistencias en la mochila. No está mal para un joven que, al parecer, se salta las fases habituales del aprendizaje; donde otros apenas tantean, él ya firma sentencias. La paradoja es evidente: sus primeros pasos en el Levante se sienten menos como un estreno y más como la continuación natural de algo que llevaba tiempo preparado.
Ecos de un linaje goleador
Pero Etta no camina solo; cada debut con gol en el Levante convoca a sus fantasmas ilustres. Felipe Caicedo lo hizo en 2010, en medio de una derrota amarga ante el Villarreal. El ecuatoriano acabaría firmando trece goles esa campaña, suficientes para que el equipo sobreviviera en Primera y para que el Lokomotiv de Moscú desembolsara 7,5 millones de euros por llevárselo. Años más tarde, Oba Martins también marcó en su debut y añadió seis tantos más antes de partir rumbo a Seattle. Ahora, Eyong se sienta a esa mesa, consciente o no de que cada tanto suyo será comparado con aquel linaje de artilleros pasajeros pero memorables.
El gol del camerunés es apenas un capítulo de un inicio de temporada con varios protagonistas. Toljan abrió la cuenta en la primera jornada, Morales y Romero se sumaron en la segunda, y el propio Iván Romero volvió a hacerse presente contra el Betis. El Levante no depende de un solo hombre, sino de una ofensiva coral que se multiplica en opciones. Sin embargo, hay algo magnético en la figura de Eyong: su frescura, su juventud y la certeza de que todavía no ha mostrado su techo. Si el Levante logra mantener este ritmo, tal vez este arranque no sea solo prometedor, sino el prólogo de una historia más grande.