Estados Unidos ha intensificado sus esfuerzos por anexionarse Groenlandia, un territorio estratégico en el Ártico que pertenece a Dinamarca. En un movimiento sin precedentes, el gobierno estadounidense ha designado a Jeff Landry, gobernador de Luisiana, como el primer enviado especial para Groenlandia, quien ha declarado su intención de «hacer de Groenlandia parte de EE. UU.». Este anuncio ha generado preocupación en Copenhague, donde las autoridades temen que la administración de Biden, al igual que la de Trump, continúe con ambiciones agresivas sobre la isla.
La situación ha llevado a Dinamarca y Groenlandia a expresar su firme oposición a cualquier intento de anexión, enfatizando que la soberanía nacional y las fronteras son inviolables bajo el derecho internacional. En un reciente comunicado, el primer ministro danés y su homólogo groenlandés afirmaron que «nadie puede anexionarse otros países» y anunciaron que buscarán explicaciones del embajador estadounidense frente a las amenazas renovadas de Washington.
El contexto se complica aún más por las tensiones en la región del Ártico, donde factores geopolíticos e intereses económicos confluyen. La Comisión Europea ha mostrado su apoyo a Dinamarca, reafirmando que la integridad territorial es un pilar del derecho internacional. A medida que esta saga se desarrolla, Groenlandia se encuentra en el centro de un conflicto que no solo involucra a dos países, sino que tiene implicaciones más amplias para el equilibrio de poder en el Ártico y sus vastos recursos naturales.
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