En un movimiento que ha generado opiniones encontradas, el presidente de los Estados Unidos ha firmado una orden ejecutiva que designa el inglés como el idioma oficial del país. Esta decisión se basa en el argumento de que desde los inicios de la República, el inglés ha sido el lenguaje predominante en los documentos fundacionales y en la vida cotidiana de la nación.
La orden manifiesta que la designación de un idioma oficial es fundamental para construir una sociedad cohesiva, donde los ciudadanos puedan comunicarse y compartir ideas. Según el presidente, alentar a los nuevos estadounidenses a aprender inglés no solo facilitará su integración, sino que también les permitirá participar plenamente en la vida comunitaria y contribuir al tejido social del país.
La administración subraya que, al establecer el inglés como idioma oficial, se busca promover la unidad y el entendimiento entre los ciudadanos, así como garantizar la consistencia en las operaciones gubernamentales. De acuerdo con la orden, esto no solo optimizará la comunicación entre las agencias, sino que también fortalecerá valores nacionales comunes.
El documento también revoca la Orden Ejecutiva 13166, que había sido promulgada en 2000 y tenía como objetivo mejorar el acceso a servicios para las personas con dominio limitado del inglés. Sin embargo, se establece que las agencias no están obligadas a cesar la producción de documentos o la provisión de servicios en otros idiomas, lo que garantiza que los recursos para personas que no dominan el inglés permanezcan disponibles.
A pesar del apoyo a esta medida, surgen preocupaciones sobre las implicaciones que puede tener para las comunidades que hablan otros idiomas. Críticos de la orden advierten que dicha designación podría llevar a una reducción en la disponibilidad de servicios en múltiples idiomas, lo que a su vez podría dificultar el acceso a la información y la asistencia para aquellos que no se sienten cómodos comunicándose en inglés.
El presidente concluyó su comunicación declarando que esta acción debe ser vista como un paso hacia una mayor cohesión y un fuerte sentido de pertenencia en un país que ha sido históricamente diverso. Con esta orden, se establece un nuevo capítulo en la política lingüística de Estados Unidos, donde el inglés adquirirá una posición privilegiada como vehículo de unidad y participación cívica.
Fuente: WhiteHouse.gov
