La última edición de «Gran Hermano» con participantes anónimos ha desencadenado una tormenta de críticas por parte de su audiencia debido a la forma en que Telecinco ha manejado el primer debate del reality show. La conducción de Ion Aramendi no ha estado exenta de polémica, principalmente por la estructura del programa, plagada de interrupciones publicitarias que han frustrado a los espectadores.
Desde el inicio hasta el final, la transmisión se vio interrumpida repetidas veces por bloques publicitarios, desatando la ira de los telespectadores. La gran cantidad de cortes ha provocado una «brutal protesta» que se ha reflejado en las redes sociales, donde la etiqueta oficial del programa alcanzó las primeras posiciones en tendencias. Sin embargo, muchos usuarios expresaron su intención de abandonar el seguimiento del concurso debido a esta problemática.
La impaciencia creció especialmente en momentos clave, como la entrada de Luis y Violeta a la casa grande, parte de una nueva estrategia de juego de esta temporada. Los espectadores se sintieron explotados por la cadena que, a su juicio, abusa de la publicidad, perjudicando la experiencia de ver el programa. «Estamos esperando el momento de la entrada y se aprovechan con tanto anuncio. Al final la gente se marcha», reflejó el malestar un usuario en Twitter, sentimiento que fue ampliamente compartido en la plataforma.
Los comentarios en redes sociales fueron unánimes respecto al excesivo uso de bloques publicitarios, que ha llevado a la pérdida de interés en el programa. «Se pierde el interés con tanto anuncio, hacéoslo mirar, Telecinco», lamentaron otros televidentes, destacando la paradoja de que la cadena se sorprenda luego por la disminución de su audiencia. La situación ha llevado no solo a amenazas de abandono sino a que, efectivamente, 72 horas después del estreno, varios seguidores hayan dejado de seguir el concurso, incapaces de tolerar la cantidad de interrupciones publicitarias, especialmente considerando el horario de emisión del programa.
Este escenario pone de manifiesto la delicada balanza entre la monetización de contenido televisivo y la experiencia del espectador. La audiencia de «Gran Hermano 2024» ha enviado un claro mensaje a Telecinco sobre sus límites de tolerancia, un factor que la cadena deberá considerar si quiere mantener el interés en su emblemático formato de reality show.