Este fin de semana, una práctica que durante más de un siglo se ha arraigado en la rutina de millones de europeos, el cambio de hora estacional, recibirá un adelanto de su eventual ocaso en Ucrania. En la madrugada del domingo 27 de octubre, los países de gran parte de Europa, incluido España, realizarán lo que podría considerarse uno de sus últimos bailes anuales con el tiempo, retrasando las manecillas del reloj de las 3:00 a las 2:00, permitiendo que la jornada cuente con una hora extra.
Fue en 1918 cuando Europa, azotada por la escasez de recursos tras la guerra, vio por primera vez la implementación del horario de verano, una medida diseñada para ahorrar carbón y sincronizar mejor los husos horarios entre países vecinos. Lo que comenzó como una estrategia de conservación energética durante tiempos difíciles se convirtió en una política anual, ajustando los relojes para aprovechar más eficientemente la luz del día.
Sin embargo, el parlamento ucraniano ha decidido que, a partir de 2025, el país se despedirá definitivamente del cambio de hora, sumándose a las filas de naciones que consideran que los beneficios de esta práctica son ahora irrelevantes, dados los avances tecnológicos en iluminación y eficiencia energética. Con 261 votos a favor, la nación se prepara para permanecer constante en el tiempo, marcando así el fin de una era para sus ciudadanos que, hasta ahora, habían movido las manecillas de sus relojes cada octubre.
La historia nos recuerda que el primer cambio de hora estuvo motivado por la necesidad de mejorar la eficiencia energética, especialmente evidente durante la crisis del petróleo de los años 70, cuando la iluminación constituía una parte significativa del consumo eléctrico. A pesar de ello, en la actualidad, menos del 40% de los países del mundo continúan con la práctica de ajustar sus relojes estacionalmente. En Europa, naciones como Rusia, Turquía e Islandia ya han optado por mantener un horario estable a lo largo del año, mientras que China, a pesar de su vasta extensión, mantiene un solo huso horario en todo su territorio desde 1991, sin realizar cambios estacionales.
El debate sobre la pertinencia del cambio de hora en la era contemporánea se intensifica. En un mundo donde la eficiencia energética se ha incrementado y los dispositivos electrónicos se ajustan automáticamente, muchos argumentan que la medida ha quedado obsoleta.
Mientras Ucrania se prepara para abandonar esta tradición, España y otros miembros de la Unión Europea se mantendrán en este ciclo hasta al menos 2026, año en el que se espera una decisión definitiva por parte del Parlamento Europeo. La determinación de Ucrania no solo refleja un cambio en la percepción sobre la eficiencia energética sino que también pone de manifiesto cómo las tradiciones, incluso aquellas arraigadas en la práctica y en la ley, pueden ser reconsideradas en el contexto de la tecnología moderna y las necesidades contemporáneas.