En un contexto de tensiones geopolíticas y carrera armamentística en el norte de África, España mantiene su gasto militar por debajo de significativos vecinos del Magreb, a pesar de su considerablemente mayor Producto Interior Bruto (PIB). Según datos recientes, España, con un PIB que asciende a 1.513 billones de euros en 2024, se ve superada en gasto de defensa por Argelia, cuyo PIB alcanza los 214.000 millones. Para el año 2025, se espera que Argelia invierta cerca de 23.050 millones de euros en defensa, superando el presupuesto español estimado en 22.220 millones.
Argelia no es el único país de la región que está incrementando significativamente su gasto militar. Marruecos, con un PIB de 134.252 millones de euros, ha aprobado un presupuesto de defensa para 2025 que experimenta un aumento del 9%, llegando a los 12.383 millones de euros. Esta suma representa más de la mitad del presupuesto de defensa de España, subrayando el pronunciado esfuerzo de los dos principales actores del Magreb en materia de defensa. De hecho, Marruecos dedicará el 10% de su PIB a sus ejércitos, mientras que Argelia, el mayor gastador en defensa de África, prevé un déficit presupuestario del 21,8% de su PIB para 2025.
La relación entre el gasto militar y el PIB de España refleja compromisos previos con organismos internacionales como la OTAN, con el objetivo de alcanzar el 2% del PIB para 2029, un objetivo que parece casi inalcanzable en el contexto actual. Incluso sumando las partidas gestionadas por otros ministerios, como Industria, el presupuesto de defensa español solo alcanza el 1,28% de su PIB.
Este aumento en el gasto militar en el Magreb se interpreta como una aceleración de la carrera armamentística entre Marruecos y Argelia, exacerbada por la cooperación militar entre Rabat e Israel. Argelia ha incrementado su procuración de armas, principalmente de Rusia, aunque también busca diversificar sus proveedores ante la situación geopolítica global. Marruecos, por su parte, no solo ha incrementado su arsenal, sino que también se centra en desarrollar una industria armamentística nacional, con proyectos para producir drones y vehículos blindados.
La ausencia de relaciones diplomáticas entre Argel y Rabat añade tensión a una región ya de por sí volátil. Francia, con lazos históricos en el Magreb, observa con preocupación la posibilidad de un conflicto armado entre Argelia y Marruecos. Las manifestaciones en Marruecos en solidaridad con Palestina evidencian cómo el conflicto palestino-israelí influye también en las dinámicas regionales, poniendo en evidencia la complejidad de las relaciones internacionales en esta parte del mundo.
Este panorama convierte a la región del Magreb en un foco de tensión creciente, donde cada actor busca reforzar su posición mediante un incremento de su capacidad militar, mientras España trata de equilibrar sus compromisos internacionales con una realidad presupuestaria complicada. La situación en el Magreb, enmarcada por relaciones internacionales complejas y desafíos de seguridad emergentes, requiere de una atención continua y adaptada a las dinámicas globales en constante evolución.