La Unión Europea se encuentra en un momento crucial de su historia, donde el perfil geopolítico ha cobrado un protagonismo inusitado, especialmente en el ámbito de la defensa y la seguridad. Desde que Ursula von der Leyen propuso en 2019 una «Comisión geopolítica», la agenda del bloque ha evolucionado para incluir una estrategia defendida por los imperativos económicos y de seguridad globales. Con la adopción de una nueva estrategia de seguridad y defensa impulsada por la amenaza rusa en Ucrania, la UE está enfocado en consolidar su influencia mientras busca un equilibrio en su proceso de ampliación hacia países como Ucrania y Moldavia, que han mostrado interés en unirse a la comunidad europea.
En respuesta a la inestabilidad geopolítica, la UE podría anticipar una adhesión más acelerada de estos países, posiblemente permitiendo que Ucrania se una a sus filas para 2027, en un contexto de negociación bajo la tutela estadounidense. Sin embargo, este cambio repentino y la presión externa también traen consigo dificultades, como la necesidad de mantener altos estándares de condicionalidad y de asegurar que estos nuevos miembros adopten plenamente las normativas y prácticas europeas, evitando la superficialidad en su integración. Estos desafíos se vuelven más complejos en un contexto donde Estados Unidos, en la era Trump, ha mostrado ambivalencia hacia la UE, alentando a Estados en los Balcanes a buscar acuerdos paralelos que podrían debilitar la cohesión europea.
El avance de la UE hacia una expansión motivada por factores geopolíticos no solo implica retos en la integración, sino que también requiere una re-evaluación de su funcionamiento interno. La discusión sobre si mantener el esquema de unanimidad o pasar a votación por mayoría en cuestiones clave como seguridad y defensa podría generar fricciones entre los Estados miembros. En este entorno, los líderes europeos deberán encontrar maneras de equilibrar sus intereses geopolíticos con las exigencias de un proceso de adhesión que debe permanecer basado en méritos, reafirmando así su compromiso con los estándares democráticos y el Estado de derecho, en un mundo cada vez más repleto de tensiones.
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