Con la sentencia de cadena perpetua ya confirmada para Daniel Sancho en Tailandia, el foco se ha puesto en la serie de errores cometidos por su defensa, una de las más polémicas y comentadas en España recientemente. Al pie de los juzgados, Marcos García Montes y su equipo, integrado por Carmen Balfagón y Ramón Chippirrás, insistieron ante la prensa en la eficacia de su actuación, pese al desenlace adverso para su cliente.
Desde el inicio, la estrategia de defensa planteó dudas, empezando por la contratación de Aprichart Srinual, un abogado tailandés que, según reportes, tuvo lapsos de sueño en plenas sesiones, lo que Balfagón intentó justificar como una práctica de meditación local. Agravando la situación, los abogados españoles de Sancho no estuvieron presentes físicamente en Koh Samui para el juicio, confiando en el trabajo remoto, una decisión que especialistas consideran poco eficaz ante las barreras idiomáticas y culturales.
García Montes tomó las riendas de la defensa en una etapa crítica, apostando por desprestigiar a la policía tailandesa y cuestionar su integridad en la investigación. Esta táctica, aunque pudo resonar en España, no influyó en Tailandia, donde el acusado ya había admitido su crimen en un detallado video.
Además, la defensa intentó en varias ocasiones «españolizar» el proceso judicial en Tailandia, un enfoque que chocó frontalmente con la práctica y expectativas locales. Desde estrategias distractivas hasta intentos de desacreditar a la fiscalía sin aportar pruebas contundentes de la inocencia de Sancho, la defensa cometió lapsos significativos.
Entre las maniobras más cuestionables estuvo la de llevar a un forense español para explicar al juez tailandés cómo se realiza una autopsia, junto con otros intentos de crear debates paralelos que poco tenían que ver con el juicio en sí. Esto, sumado a un espectáculo mediático en España, no hizo más que alejar a la prensa española del juicio, después de que el juez prohibiese su acreditación.
Ahora, con la defensa de Sancho en un estado de incertidumbre ante la improbabilidad de un revés judicial en instancias superiores en Tailandia, la actuación de García Montes y su equipo finaliza entre dudas y autocomplacencia, dejando un precedente polémico en casos de españoles en el extranjero. La apelación queda en manos de Aprichart Srinual, concluyendo así la intervención de los abogados españoles.
