La noche del 23 de diciembre se convirtió en un instante inolvidable para Rosa Rodríguez, una concursante de Pasapalabra que se quedó a un paso de alcanzar el mayor bote en la historia del programa: 2.542.000 euros. La tensión en el plató de Antena 3 era palpable, con el auditorio conteniendo la respiración al ver cómo la coruñesa se acercaba cada vez más a la ansiada victoria, competiendo contra Manu Pascual.

Sin embargo, la letra ‘y’ se volvió su talón de Aquiles. Cuando le tocó responder al enunciado que hacía referencia al apellido de un periodista que había sido editor del diario británico The Sun, la emoción se tornó tristeza. Rosa, en un intento por adivinar, dio el apellido Greeley, un reconocido editor del siglo XIX de otro medio, pero la respuesta correcta era Bernard Shrimsley. La coruñesa quedó a merced de una única palabra.

Antes de su desafortunada respuesta, el ambiente era de júbilo. Rosa compartió con la audiencia sus sueños del premio: ayudar a su familia, mejorar su hogar y disfrutar del dinero con calma. La ovación que recibió fue muestra del cariño y apoyo del público, quien había seguido su trayectoria en el programa. Consciente de lo que significaba estar tan cerca del éxito, Rosa se lo tomó con filosofía, reflexionando que a menudo se habla de estar «tan cerca y tan lejos».

Al día siguiente, el presentador Roberto Leal recordó la emotiva velada a los espectadores. Con su característico sentido del humor, bromeó sobre la brillante vestimenta de Rosa y reflexionó sobre cómo la Nochebuena habría sido aún más mágica si ella hubiera logrado completar ‘El rosco’. Al indagar sobre cómo había vivido el momento, Rosa no dudó: sabía que la suerte a veces es esquiva y que hay que arriesgarse para hacerse escuchar.

La concursante también desveló su estrategia: improvisar un apellido que sonara inglés, una jugada arriesgada que le había funcionado en el pasado. En medio de risas y aplausos, la sangre nueva del programa se aferra al sueño de que la próxima vez, el coraje y la intuición le permitirán hacer historia. En definitiva, Pasapalabra es mucho más que un juego; representa un cúmulo de emociones y anhelos que convocan a todo un país a conectar con la esencia de la oportunidad. Rosa Rodríguez, junto a su historia de casi triunfo, se convirtió en el reflejo de esa búsqueda continua tanto de la victoria como de la esperanza.

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