En la reciente cumbre en la capital estadounidense, aliados de la OTAN ratificaron su compromiso con Ucrania, prometiendo una senda irreversible hacia su integración y robusto apoyo en el marco de una creciente tensión ante la inminente elección presidencial en Estados Unidos. La alianza, descrita por Jens Stoltenberg como la más fuerte y exitosa de la historia, ha visto un revitalizado propósito frente a los desafíos actuales, destacándose por su expansión a 32 miembros con la inclusión de Suecia y Finlandia, y un impresionante contingente preparado para defender territorio europeo.
La OTAN ha repuntado en relevancia y compromiso, reflejado tanto en el número creciente de países que invierten el 2% de su PIB en defensa como en la disposición escalada hacia la protección de Ucrania ante la agresión de Rusia. Esta dinámica se encuentra sin embargo teñida de incertidumbre ante las próximas elecciones en Estados Unidos, con la preocupación sobre cómo la elección entre Joe Biden y Donald Trump podría influir en el futuro de la alianza y su política exterior.
La opción A, representada por Joe Biden, sugiere una continuididad en el apoyo firme a la OTAN y a Ucrania, proyectando una postura clara de democracia frente a autoritarismo. A pesar de ser un gran promotor de la Alianza Atlántica, Biden enfrenta cuestionamientos sobre su capacidad para gobernar otro mandato, evidenciado en la creciente opinión pública que pone en duda su idoneidad para la presidencia debido a su percepción de fragilidad política y física.
Por otro lado, la opción B, Donald Trump, conlleva una serie de interrogantes sobre la posible dirección de la política exterior estadounidense, incluyendo un enfoque renovado hacia el Pacífico y una actitud crítica sobre la inversión en defensa de los aliados de la OTAN. Este escenario ha llevado a considerar estrategias de «Trump-proofing» para blindar las funciones y compromisos de la OTAN frente a posibles cambios abruptos en la política de Estados Unidos.
Mientras el mundo observa con atención el desenlace de las elecciones en Estados Unidos, el destino de Ucrania y el oriente europeo pende de un hilo, demostrando la influencia significativa de la política interna estadounidense en el escenario global. El próximo presidente de Estados Unidos no solo decidirá el rumbo de su país sino también el de muchas naciones que miran hacia Occidente en busca de seguridad y estabilidad en tiempos de incertidumbre geopolítica.
