Entre finales de abril y principios de mayo, 65 millones de personas en Canadá y Australia, y casi un número igual en Portugal, Polonia y Rumanía, han votado o están a punto de votar en elecciones que, aunque locales en naturaleza, tienen una resonancia global debido a la influencia de un actor externo: Donald Trump. Este fenómeno político, conocido como el ‘factor Trump’, subraya cómo las políticas y la retórica del expresidente estadounidense siguen resonando en las arenas políticas internacionales, incluso tras su salida de la Casa Blanca.
En Canadá y Australia, el impacto se vio en el fortalecimiento de los partidos de centroizquierda en el poder. Ante las amenazas y políticas proteccionistas de Trump, como son las imposiciones arancelarias, estos países vieron un incremento en el apoyo a sus gobiernos actuales. En Canadá, Mark Carney emergió victorioso, un triunfo interpretado como una respuesta a la presión estadounidense y a comentarios despectivos de Trump acerca de la soberanía canadiense. Australia siguió un patrón similar, con Anthony Albanese capitalizando el descontento hacia la administración Trump para fortalecer su mandato.
Este domingo, se espera que un número similar de votantes acuda a las urnas en los tres países europeos de Portugal, Polonia y Rumanía. Y aunque los contextos son distintos, las campañas han estado igualmente marcadas por la figura de Trump. En Rumanía, el soporte popular a George Simion, alineado ideológicamente con las posturas de Trump, especialmente en temas como el rechazo a la ayuda militar a Ucrania, señala cómo el nacionalismo y la retórica anti-UE encuentran eco en sectores de la población.
En Polonia, la atención está puesta en las elecciones presidenciales con la visita de uno de los candidatos a la Casa Blanca, un gesto de apoyo que remarca la influencia de Trump en la política polaca. Sin embargo, en Polonia y Rumanía la situación presenta una complejidad adicional debido a la influencia presidencial en la política exterior y las ayudas a Ucrania, mostrando las divergencias internas y los desafíos para la cohesión europea.
En el otro extremo, en Europa, el avance de los movimientos de extrema derecha parece tomar otro matiz. En países como Alemania, Francia, Italia, y el Reino Unido, los partidos de derecha populista encabezan las encuestas. Este ascenso, impulsado por percepciones de pérdida de valores tradicionales y miedo a cambios socioeconómicos, sugiere un repliegue hacia posturas nacionalistas y de soberanía, en una era definida por la incertidumbre.
La influencia de Trump en estas dinámicas electorales subraya la interconexión de la política internacional en la era moderna. Su figura, quizás inadvertidamente, ha actuado como catalizador de movimientos políticos que, aunque locales en su gestación, reflejan tensiones y desafíos globales. Desde el proteccionismo hasta la soberanía nacional, pasando por el nacionalismo y las actitudes frente a la inmigración, el ‘factor Trump’ se erige como un termómetro de las realidades políticas contemporáneas, revelando tanto afinidades como fracturas a lo largo del espectro político global.