La reciente crisis energética originada por el conflicto bélico, en el que el abastecimiento de gas se ha utilizado como táctica, ha destacado la relevancia de buscar alternativas de suministro que garantizan la autonomía y sostenibilidad energética. Frente a la inestabilidad de los costes y el incremento de la demanda de energías verdes, la promoción de iniciativas renovables se muestra como una vía para reavivar el entorno empresarial de Europa.
Esta es la opinión de Uri Geigle, cofundador de DAUSS Abogados y de la consultora ecológica SCHLAICH DAUSS, que resalta el rol de las empresas en la coparticipación de la transición energética. “La batalla contra el cambio climático y el crecimiento de una economía global más sustentable e inclusiva presenta un gran potencial de inversión”, apunta.
Más allá de las oportunidades que ofrecen las fuentes de energía en sí mismas, como la solar, eólica o hidroeléctrica, los empresarios también hallan múltiples rutas de negocio en la edificación de infraestructuras, la generación de energía, los servicios de conservación, el almacenamiento, la venta y la distribución.
“El sector de las energías renovables experimenta un crecimiento imparable en el panorama empresarial europeo, desde DAUSS Abogados y Schlaich DAUSS hemos notado este auge en el interés de los inversores en España desde 2017”, revela Geigle.
En respuesta a esta tendencia, la firma ofrece actualmente a través de SCHLAICH DAUSS un asesoramiento especializado a más de 250 proyectos energéticos, que serán pieza clave en la transición energética, ya que no sólo ampliarán el número de parques solares de producción de energía limpia, sino que también desarrollan otras vías como el autoconsumo industrial, las comunidades energéticas y otros proyectos más de vanguardia tecnológica en materia de vehículo eléctrico, hidrógeno verde, baterías virtuales y mercado de flexibilidad.
España y Alemania, a la vanguardia de las renovables en Europa
La cooperación internacional en el mercado energético ya es una realidad tangible en el sector empresarial. El Plan de Acción Conjunto (JPA) entre Alemania y España, presentado el pasado mes de octubre, avanzaba la cooperación bilateral para fortalecer las relaciones hispano-alemanas en materia económica, climática y energética.
Según datos del ICEX, España y Alemania se sitúan como líderes en Europa en capacidad de almacenamiento de energía, con 20.074 y 16.431 megavatios, respectivamente. En especial, destacan por el elevado número de proyectos relacionados con el almacenamiento, con 128 en España y 169 en Alemania.
En 2022, Alemania consolidó su liderazgo en la Unión Europea, ocupando el primer lugar en cuanto a potencia instalada renovable y eólica; España, por su parte, se posicionó en el segundo puesto, según recoge Red Eléctrica.
“Contamos con cifras que reflejan el compromiso de ambas naciones en la búsqueda de soluciones innovadoras y sostenibles en el sector energético. Este contexto abre una nueva vía para los proyectos de eficiencia energética y para reestructurar el modelo hacia una apuesta más sostenible y focalizada en la ciudadanía”, defiende Geigle.
Inversores internacionales, agentes clave en la revolución energética
Con una ubicación y clima estratégicos, junto a la eliminación del controvertido “impuesto al sol”, España ofrece a los inversores excelentes oportunidades en el sector de la energía fotovoltaica, eólica y el autoconsumo energético.
El auge de este último ha llevado al Gobierno español a trabajar en un borrador de Real Decreto para regular las comunidades energéticas. Este nuevo enfoque en la gestión de la energía, según SCHLAICH DAUSS, tendrá un papel protagonista en la actual transición.
“Las nuevas regulaciones han impulsado aún más el atractivo del autoconsumo colectivo, que, aunque todavía presenta una penetración mejorable, brinda oportunidades de crecimiento y rentabilidad”, detalla Geigle.
En estos términos, la Organización de las Naciones Unidas señala que la inversión en energías limpias presenta un potencial significativo para la creación de empleo, con un total de 18 millones de puestos de trabajo para el año 2030. Asimismo, la transición hacia una economía verde conllevaría un beneficio económico directo de 26 billones de dólares para 2030 en comparación con la situación actual.