En Taipéi, la capital de Taiwán, los lazos de solidaridad con Ucrania se manifiestan en diversos símbolos, desde pulseras amarillas con la palabra «unbroken» (inquebrantable) hasta banderas ucranianas decorando las paredes de oficinas. Estos signos no solo representan un apoyo moral a Ucrania frente a la invasión rusa, sino que también reflejan una profunda conciencia compartida en Taiwán sobre las similitudes de sus desafíos geopolíticos con los de Ucrania. Ambos territorios se consideran en la primera línea de defensa de la democracia y la libertad, enfrentándose a poderosos vecinos autoritarios con estrechas colaboraciones: China y Rusia, respectivamente.
Las acciones y estrategias de Rusia y China contra estos territorios se perciben paralelas, enfocadas en negar su derecho a la autodeterminación y en debilitar su soberanía. Esta narrativa compartida de intimidación y la lucha común por preservar sus sistemas democráticos ha forjado un vínculo simbólico entre los ciudadanos de Taiwán y Ucrania.
La importancia de Estados Unidos en este escenario geopolítico es fundamental. Para Taiwán, el apoyo estadounidense es crucial, aún más que para Ucrania. La isla depende significativamente de la protección y el respaldo de EE.UU. para disuadir cualquier intento de invasión por parte de China. No obstante, la imprevisibilidad del apoyo estadounidense, acentuada por las acciones y políticas de la administración Trump, ha generado incertidumbre. Esta situación se ve exacerbada por las críticas de Trump a Taiwán y Ucrania, lo que ha llevado a cuestionamientos sobre la continuidad y fiabilidad de EE.UU. como aliado de estas democracias.
El gobierno taiwanés intenta fortalecer sus lazos con EE.UU. a través de aumentos en el gasto de defensa y compromisos de inversión en el país norteamericano. Sin embargo, existe un temor palpable en Taiwán ante la posibilidad de que su estatus se convierta en moneda de cambio en negociaciones entre EE.UU. y China. La percepción de que la alianza con EE.UU. puede no ser tan sólida como se esperaba ha llevado a Taiwán a buscar estrategias alternativas para asegurar su seguridad y estabilidad.
Mientras tanto, la posibilidad de una cooperación más profunda entre Taiwán y Europa emerge como un rayo de esperanza. Si bien Europa no puede reemplazar el rol de seguridad que EE.UU. ha jugado históricamente, existe un potencial significativo para una colaboración tecnológica y de seguridad más estrecha entre la UE y Taiwán. Esta asociación podría basarse en intereses comunes, como el desarrollo de cadenas de suministro tecnológicas alternativas y la lucha contra la desinformación y amenazas híbridas.
En un contexto global donde las tensiones entre las grandes potencias continúan escalando, la capacidad de Taiwán para mantener un delicado equilibrio entre atraer el apoyo de EE.UU., resistir la presión de China y fomentar nuevas alianzas será crucial para su futuro inmediato y a largo plazo. La solidaridad y la colaboración internacional emergen como elementos clave en la preservación de la democracia y la soberanía en el escenario mundial contemporáneo.